“Director que con su caja marcó una generación del carnaval gaditano”. Esto puede leerse en una placa colocada ayer en la fachada del número 13 de la calle Mesón. Está dedicada a José Pérez Toledo ‘Pepe el Caja’, leyenda de la fiesta gaditana a quien sus amigos de Los Pabellones rindieron un homenaje con todo el sabor que siempre han llevado a gala. Allí nació el comparsista el 20 de mayo de 1949.

“Es bueno recuperar la memoria de los barrios”, decía el hostelero Antonio Gallardo, de la Plataforma de Vecinos y Amigos del Pópulo. Al hilo de esto, el presentador del acto, Antonio Labajo, recordaba las palabras del poeta austriaco Rainer Maria Rilke: “La verdadera patria del hombre es la infancia”. Y el niño José se hizo hombre junto a la posada en la que su padre guardaba los coches de caballos y carros que conducía, de ahí que al homenajeado le conozcan también en el Carnaval como ‘El cochero’.

“Tú gente se siente orgullosa de tenerte como director perpetuo”, le indicaba Labajo. “Orgulloso estoy yo de tener estos amigos”, respondía Pepe el Caja. El primer abrazo tras el descubrimiento de la placa, cómo no, se lo dio el presidente de Los Pabellones, Miguel Clares, antes de que sonaran las coplas en las voces de la antología pabellonista que hace unos años dirigió el protagonista del homenaje.

“Hoy los que tienen carrera”, de ‘Los del fin de curso’, de Paco Alba, abrió el turno del cante con Vicente Lázaro ‘Lali’ al frente del grupo. Luego, el pasodoble a Gitanilla del Carmelo de ‘Robots’, una de las comparsas dirigidas por Pepe el Caja –de Quiñones y Aurelio Real–, y la letra al Nazareno pasando por la cárcel vieja de la comparsa ‘Entre rejas’, una de las que dirigió en la gloriosa etapa de aquel grupo con Antonio Martín en los 80.

Hubo lugar para una copla dedicada expresamente a Pérez Toledo, escrita por Germán García Rendón con música de ‘Paco, baja aunque sea en pijama’. Para rematar con “Entre las flores” de ‘Capricho andaluz’, otro clásico de una mítica comparsa en la que también participó El Caja.

La despedida, de arte, fue con el final de popurrí de ‘Agua clara’, enfilando entonces la comitiva las calles de El Pópulo para acabar en la peña Paco Alba, donde se sirvió un ágape regado con coplas de siempre. Allí no importaban ni la inflación ni el Mundial de Fútbol. Aquello era una particular burbuja de gaditanismo llena de arte.