Fútbol | Primera Federación

Feliz reencuentro del San Fernando con el triunfo ante el Fuenlabrada (3-0)

Momento en que Biabiany, encimado por Bolaños, remata a la red el tanto anulado por fuera de juego anterior de Ruben del Campo.

Momento en que Biabiany, encimado por Bolaños, remata a la red el tanto anulado por fuera de juego anterior de Ruben del Campo. / A. Quintero

Así, sí. Así se encuentra el rumbo. Así se hace disfrutar a todos. Así se reconduce una situación complicada. El San Fernando se marcó, ante el Fuenlabrada, un partidazo, de esos que hacen ilusionar a todos, de esos que quedan en el recuerdo y, con una autoridad aplastante, se deshizo de golpe y porrazo de un rival complicado, no en vano venía de ganarle al líder, el Racing de Ferrol, y de poder entrar en una crisis de resultados en caso de haber cosechado la tercera derrota consecutiva.

Pero ni Salva Ballesta ni los suyos iban a permitir que la palabra crisis asomara en el seno del equipo azulino. Y no lo iban a permitir a base de poner todo sobre el ya bien cuidado césped del Iberoamericano. Y no lo iban a permitir porque la intención prescrita fue ahogar al rival y minimizar sus virtudes engrandeciendo las que tienen los isleños, repletos de garra, trabajo, sacrificio y, cuando se dan las circunstancias, acierto de cara al gol.

El técnico azulino hizo su enésima revolución. Volvió a cambiarlo todo en busca de respuestas. Si algo está dejando claro el entrenador maño es que no va a encorsetar al equipo con un once fijo y una forma contrastada de jugar. Lo va a hacer siempre en función de cómo sea el rival y por donde se le pueda atacar.Y por eso planteó a cuatro defensas, dejando ya lejana línea de cinco con dos carrileros olvidada. Por delante de los zagueros, por primera vez esta temporada, colocó a tres efectivos, Caballero haciendo de pivote y a Bicho como organizador. Hasta ahí, lo casi normal. Pero dio entrada a Cebeiro en el centro del campo, un jugador con el que desde su llegada apenas había contado. No le pudo salir mejor la apuesta. Biabiany y Gabri Martínez se ocupaban de las bandas y arriba quedaba para el remate Rubén del Campo, que, de nuevo, vio puerta.

Le costó entrar en el partido a un cuadro de La Isla que, aunque en el minuto 6 vio como se le anulaba un tanto a Biabiany por fuera de juego anterior de Rubén del Campo, no conseguía adueñarse de la parcela ancha. El partido prácticamente no decía nada y entraba en una fase en los primeros 25 minutos de juego de no saberse muy bien quién dominaba o quién tenía el mando.

Pero todo dio un giro radical tras el primer tanto del conjunto de La Isla. Un pase de Bicho a la rotura por el centro de Biabiany dejó al francés ante Dani Hernández. La generosidad del capitán azulino permitió a Rubén del Campo tener solamente que empujar el balón al fondo de las mallas. Suponía quitarse el polvo de la mala puntería. Era romper el partido. Era creer hasta límites insospechados de lo que el equipo podía ser capaz de hacer.

José Carlos tuvo en sus botas la ampliación de la ventaja cuatro minutos después en un balón que repelió el travesaño. Los isleños andaban por aquellos entonces despendolados, dominaban y creaban ocasiones de gol hasta tal punto que no tardaron más de once minutos en poner el dos a cero en un marcador que reflejaba máxima tranquilidad antes de que el primer periodo llegase a su fin.

En la segunda parte, con un resultado tan complicado como el dos a cero, había que ver cómo se desenvolvían los isleños. Y lo hicieron a las mil maravillas. La segunda parte del cuadro que dirige Salva Ballesta fue para enmarcar.

Los isleños en todo momento supieron leer el tempo del partido, jugaron con el rival a su antojo y, en ningún momento, pareció preocupar la posibilidad de una remontada del equipo madrileño. Es más, se auguraba más el tres a cero que el que los de Fuenlabrada acortaran distancias en el marcador.

La tuvo en el 59’ José Carlos, en el 69’ Javi Navarro y en el 75’ Bicho, pero la guinda del partido la puso el joven Raúl Caballero. En una falta directa en la frontal del área, cuando el partido entraba en su descuento, el delantero la clavó en la escuadra ante la algarabía de un público que había disfrutado de lo lindo, sobre todo en la segunda mitad.

La jugada que se marcó Javi Navarro, ya en el 94’, y que terminó con un disparo preciso y precioso que se fue rozando la escuadra de un vencido Dani Hernández solamente hubiese significado el aumento de una rotunda victoria, esa que se fraguó en el Iberoamericano para mandar lejos los malos augurios y, sobre todo, para coger aire.

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