Reyes Magos
Una biografía del Beni en Los fardos de Pericón.
Nombre artístico de Benito Rodríguez Rey. Cádiz, 1930-Sevilla, 1992. Cantaor y bailaor. Nieto del cantaor El Niño de La Isla y hermano del cantaor y flamencólogo, Amós Rodríguez, El Cani y El Chele. Artista inconmensurable del escenario, conoció todos los secretos y recursos escénicos para pasear con elegancia la expresión artística y jonda que atesoraba. Se inició como bailaor, junto al gaditano Ramón Vélez, en la compañía de Manolo Caracol y Lola Flores. Ya como cantaor lo hace en 1955 con Lola Flores, formando parte, dos años más tarde, del tablao de Madrid El Corral de la Morería. Ingresa en el ballet de Pilar López en el que permanece hasta 1959, año en que a causa de una enfermedad recibe en el mes de diciembre un grandioso homenaje en el Gran Teatro Falla de su ciudad natal, impulsado por La Niña de Los Peines y Pepe Pinto, y con la participación de destacadas figuras, entre ellas: Antonio Mairena, Fernando Terremoto, La Paquera de Jerez, La Perla de Cádiz y El Güito. Actuó en el elenco de Juanita Reina y entre los años 1960-1969 lo hizo en diversos tablaos y salas de fiestas madrileñas como El Duende, Torres Bermejas, Las Cuevas de Nerja, Las Brujas y Villa Romana. Se trasladó a Sevilla para pasar por diversos tablaos hispalenses como El Arenal y La Trocha, ciudad en la que regentó un bar, en El Postigo, llamado El Colmaíto -por cierto, con una sola mesa- por el que pasó lo más granado de los artistas sevillanos (la hija del dependiente se convertiría en figura, y en sus cantes, especialmente por alegrías, se aprecia la fuente del Beni: Aurora Vargas). En 1971 obtiene varios premios en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, entre ellos el Premio por seguiriyas, Silverio Franconetti, único cantaor que, hasta la fecha, acredita tal distinción. La Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera le otorga en 1976 el máximo galardón a su género. En 1984 participa de forma notable en la III Bienal de Arte Flamenco de Sevilla. Para Fernando Quiñones "El Beni es cantaor de una manera inevitable e inmediata; canta como el pájaro vuela, y se diría en ocasiones que el cante es su manera de respirar; de ahí la vitalidad que pone infaltablemente a sus interpretaciones y que, a veces, busca salida por los más inesperados caminos"(1). En opinión de Eduardo Márquez “El Beni ha dado un paso por bulerías y lo hacía con una perfección total y con un estilo perfecto; y con un señorío y con una elegancia que no se ha podío aguantá. El Beni ha sido una artista que ha llenado un escenario él solito, se ha paseado de una esquina para otra, se ha hecho un cante, se ha parado, ha dialogado con el público (...) Había tres hombres que andaban mejor que nadie: Joselito El Gallo, Rafael de Paula y el Beni de Cádiz. Beni andando era artista. Beni vendía; el cincuenta o el sesenta por ciento de artista ya lo tenía cuando salía al escenario nada más que con su presencia; y Beni verlo con esa chaqueta de dos pechos, que era una tabla, sin barriga, y esos zapatos perfectos, y ese traje, y ese peinao...y daba gloria verlo, y después cuando ya terminaba cantando, pues entonces ya remataba totalmente”(2). Cultivó con maestría los cantes por seguiriyas y soleá, con los estilos del Viejo de la Isla, el Mellizo y Curro Dulce, siendo muy personal en sus zambras caracoleras, en sus fandangos y rumbas de las que fue uno de los precursores. En entrevista concedida a Francisco del Río, contestó, a propósito de la rumba: “Mucho antes que todo eso, ya, Antonio González, el marido de Lola Flores, hacía ese tipo de rumba con más calidad, y también mucho antes, yo cantaba esa rumbita de “La Serafina”; Peret el “Borriquito como tú”... ¡y pare usted de contar!”. Por su forma de ser, acumuló a lo largo de su carrera, multitud de anécdotas y “travesuras” de toda índole, no dudando en “liarla”, llegado el momento. Antonio Hernández recogió la que sigue: “Se cuenta, que en una juerga, pagada por el magnate de turno, en la que intervenía El Beni de Cádiz, cuando el cantaor empezaba a calentarse un ex director general franquista lo “cortaba”, preguntándole: “¿Usted de dónde es?” El Beni, sin pretensiones de gresca ante la agresión gravitante y tal vez pensando en el “regalo”, respondía pacientemente: “De Cádiz.” El caso es que a cada reiterado interrogatorio monótono y respuesta lacónica consiguiente, el tirilla político aseveraba: “De donde son los maricones.” Suponemos que las copas tendrían gran parte de culpa antes que el lugar de nación del ex director general o el de su madre. Suponemos. Lo cierto es que El Beni se cansó y, a una nueva interrogación con archisabido remate grosero, opuso otra interrogación y puntilla siguiente: “¿Y su mujer, de dónde es, caballero?” El ex director general franquista, seguro de que la “sumisión” haría imposible una salida de tono, contestó orgulloso: “De Calatayud.” El Beni se puso de pie, pidió la atención del selecto auditorio y dijo: “¿Señores, saben ustedes de dónde es la mujer de este tío? ¡De Calatayud!” Y remachó: “De donde son todas las putas y muchos de los cornudos, porque también habrá en Calatayud algún forastero.” Se lió, claro”(3). Dos de sus últimas actuaciones en público las realizó, a principios de los noventa, en su ciudad natal en el ciclo “Cante en el Café”, en el Café del Tinte, y en el Teatro Andalucía en el homenaje que se le tributó al Niño de los Rizos. En el año 1991 fue nombrado pregonero del carnaval de Cádiz, pregón en el que cantó por alegrías y recordó con gracia que lo había hecho “sin trincá”. En la mañana del día de nochebuena de 1992, su hermano Amós Rodríguez Rey, a bordo del Pasay, arrojaba sus cenizas en las inmediaciones de La Caleta, junto a la Punta del Nao. Recientemente, al cumplirse el 20 aniversario de su fallecimiento, promovido por la Cátedra de Flamencología de Cádiz e impulsado por Antonio Barberán, se le ha otorgado un homenaje en su ciudad natal, en presencia de su hija María del Carmen Rodríguez y de su sobrino Alfonso Rodríguez El Cani. Los fardos de Pericón (1512)
No hay comentarios