Lágrimas socialdemócratas
Este es el título del libro de Santiago González, el columnista del periódico El Mundo. Eso parece lo que hacen en el grupo municipal socialista: llorar porque se sienten maltratados. No digo que esto no pueda ocurrir. No lo sé porque no voy a un pleno del Ayuntamiento desde hace 12 años. Estuve en la oposición con Carlos Díaz y con Teófila Martínez y puedo decir que la diferencia está en las formas en las que los partidos de la oposición éramos ninguneados. Pero creo que a los ciudadanos no les importa lo más mínimo si desde la presidencia del pleno te tratan bien o te tratan mal. Yo creo que si los ciudadanos te han puesto para hacer oposición , pues hay que apechugar con ello y pelear para abrir espacios de participación y transparencia. Cuando llegué al Ayuntamiento, en 1987, no teníamos ni oficina ni asignación para el grupo. Jamás nos daban un solo papel y nos buscamos la vida para cumplir el mandato que nos habían dado los ciudadanos. Sin llorar. Cosa diferente es que lo ideal es que haya leyes de transparencia, que haya un trato exquisito entre el gobierno y la oposición y otros asuntos del mundo ideal que jamás ocurren en este, salvo en los países nórdicos. Me quedo también con algo que dicen los representantes del grupo municipal socialista: el Ayuntamiento no les ha liberado a ningún concejal. Se quejan de ello como si fuera algo importante cuando a mí me parece muy bien. En una ciudad pequeña como Cádiz debe haber pocos concejales liberados y por supuesto ninguno de la oposición. No hace falta. El que tenga la vocación de luchar por unas ideas y por el bienestar de sus vecinos, pues saca horas de su tiempo libre. El problema de la política en España es la excesiva profesionalización: tanta gente dedicada o que quiere dedicarse de manera profesional a la política que luego es imposible debatir en el seno de los partidos porque lo primero que hace todo profesional de la política es querer continuar como profesional. A cualquier precio.
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