Cádiz CF

Cervera está en manos de Vizcaíno

  • El futuro del técnico pasa por la decisión del presidente, por encima de la dirección deportiva

  • El máximo dirigente guarda silencio y se alía con la calma a la espera del Cádiz-Granada

Apretón de manos de Vizcaíno y Cervera, en junio de 2020, después de la ampliación de contrato.

Apretón de manos de Vizcaíno y Cervera, en junio de 2020, después de la ampliación de contrato. / LOURDES DE VICENTE

El silencio de Manuel Vizcaíno es la prueba clara de que analiza y sigue desde la calma todo lo que acontece en el primer equipo del Cádiz CF. Es ahora mismo el tema estrella y el esfuerzo debe ir en esa dirección porque existe la necesidad urgente de darle una solución. Al margen de proyectos -todos respetables- no suman puntos un nuevo estadio ni cerrar convenios con medio mundo. Todo pierde fuerza y prestigio si el equipo da con sus huesos en Segunda División.

El presidente se alía en la calma, en el análisis pormenorizado y en discutir ante su espejo lo adecuado en cada momento. Lo hizo al llegar al club en un clima complejísimo. Repitió guión con los batacazos de L’Hospitalet, Oviedo y Athletic B. Y ha sido el camino cuando Pina pasó de amigo a enemigo si es que de verdad lo primero existió en algún momento. El presidente del Cádiz CF ha vivido con vientos favorables desde el ascenso en Alicante. Aquel salto de categoría dio fuerza a aquello de la 'flor' del sevillano cuando peor era el escenario.

Esa hoja de ruta no le ha ido mal, y si ha tenido que exteriorizar su rabia, la mala leche y el presidencialismo que acompaña a casi todos los que alcanzan la poltrona, solo lo saben los que sufren su ira cuando las cosas no son como él quiere.

Que Álvaro Cervera, el del ascenso inesperado a Segunda División A y el sorprendente a Primera, esté o no en las últimas no es la cuestión porque parece claro lo que habría después de una derrota el lunes con el Granada (21:00 horas). El asunto es que la decisión es solo y exclusivamente de Vizcaíno. El entrenador está en las manos del presidente, como en la última ampliación de contrato.

La dirección deportiva puede decir lo que quiera -que algo tendrá que opinar-, aportar argumentos a favor o en contra sobre el inquilino del banquillo, pero muy posiblemente en el peor de los casos su labor se ceñirá a marcar el número de teléfono del entrenador.

Vizcaíno y sólo Vizcaíno sabe lo que puede pasar el lunes a las once de la noche. Nadie más está 'autorizado' a decidir e incluso a opinar en público. Es la ley del más fuerte; ésa es propiedad del presidente -que pregunten a los enemigos derrotados-, que ha resistido temporales en más de siete años.

Cervera sabe que esa decisión única tiene su parte buena y la mala. La primera, que es más fácil sentarse con uno que con tres o cuatro para hacer ver con argumentos las posibles soluciones. La cara negativa es que hace tiempo que no resulta fluida la relación del que manda en el vestuario con el que manda en el club.

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