Lone Fleming en Cádiz: "Me encanta hacer terror, pero prefiero ver un western"
La diva del fantaterror de la España de los 70 estuvo esta semana en la ciudad para participar en el corto ‘La clavícula de Salomón’ del realizador jerezano Jesús Sotomayor, que se preestrena el 21 de mayo en el Hotel Cádiz Bahía
Nuevo rodaje en Cádiz, plató de cine también para el terror

Cádiz/El magnetismo que irradia Lone Fleming (Aarhus, 1945) es inmune al paso del tiempo. Diva del género de los años 70 en España, lo que en nuestro país se conoce como el fantaterror, la actriz, y desde hace unos años también guionista, directora y productora, danesa ha estado en Cádiz para participar en el debut en la ficción del realizador jerezano Jesús Sotomayor, el cortometraje de terror psicológico La clavícula de Salomón al que, a buen seguro, la intérprete dotará de esa atmósfera mágica, intensa, como de otro mundo, que caracterizaba sus actuaciones en cintas hoy de culto como La noche de terror ciego o Una vela para el diablo.
La película se preestrena el 21 de mayo en el Hotel Cádiz Bahía en un pase para equipo técnico y autoridades, mientras que el día 27 de este mismo mes en el Teatro Principal de Puerto Real se hará un preestreno al que puede acudir el público general.
Pregunta.–Tengo entendido que tiene una participación muy especial en ‘La clavícula de Salomón’, una especie de presentadora de la historia un tanto intrigante...
Respuesta.–Sí, una suerte de condesa de Drácula... Bueno, no sé si sabes, que, de hecho, hasta tengo el título Condesa de Drácula que me lo dieron el año pasado en el Drácula Film Festival en Transilvania. Así que voy a ejercerlo en este trabajo que, la verdad, me parece muy interesante, con ese asesinato misterioso en las marismas que me han parecido un lugar muy mágico. Estuve allí el día antes de rodar para un poco respirar la atmósfera para meterme en el papel y son impresionantes. Me siento muy bien con esa colaboración, es un papel muy bien escrito y que explica el alma de la película. Además, me están tratando de maravilla, Jesús (Sotomayor), el equipo, la gente... Desde que he llegado a Cádiz estoy abrumada por tanto cariño.
P.–Creo que otro gaditano, José Manuel Serrano Cueto, fue quien le dio de alguna forma la mano para volver a ponerse delante de la cámara en 2012.
R.–¡Sí, así es! José Manuel es un buen amigo, nos conocemos desde hace muchos años. Mi último papel fue en Guerra sucia, en 1984, y José Manuel quiso contar conmigo para el documental Contra el tiempo, que casi gana el Gloya, se quedó a puntito... Pero, bueno, esas cosas son así...
P.–¿Por qué dejó de trabajar durante tanto tiempo?
R.–Pues, principalmente, porque cuando llegó el sonido directo, ya los directores no querían acento y entonces nos quedamos apartadas todas las extranjeras de la época, que éramos un montón, Nadiuska, Dyanik Zurakowska... Y, ahora, qué curioso, el acento está muy valorado en el cine. Además, siempre lo digo, te pueden dar cualquier personaje que metiendo la frase “cuando estuve en mi país...” ya tienes arreglado el personaje con acento (ríe).
P.–Pero usted nunca dejó de estar vinculada al cine
R.–A través de mi marido, Eugenio Martín, siempre estuve conectada, pero aproveché ese tiempo para ejercer una de mis grandes pasiones, el arte. Estuve pintando, esculpiendo, haciendo exposiciones... Pero como no tenía horno grande para esculturas pues lo dejé y ya al tiempo volví a mirar al cine, pero desde el otro lado. He escrito cuatro o cinco cortos y he dirigido dos.
P.–¿Qué le impulsó al otro lado de la pantalla?
R.–Una idea. Así de simple. Y es curioso cómo te vienen las ideas. Me mandó Jairo Guerrero, que es un dibujante colombiano fantástico, unos dibujos y le vi una imagen así como abstracta de dos calaveras besándose. Esa pintura me dejó pensando y, poco a poco, se fue conformando la idea de lo que después fue La virgen descalza, el primer corto que escribí y dirigí en 2019. Lo hice y la experencia me encantó, tanto que te diría que casi prefiero dirigir a ser actriz, tendría que haber empezado antes. Es que disfruto muchísimo. Bueno, para La virgen descalza hice un storyboard, que tardé cuatro meses, en colores y todo cada plano, que el cámara me dijo, “si todo el mundo hiciera un storyboard así, tardaríamos nada en rodar”.
P.–Bueno, eso lo tiene en común usted con Amando de Ossorio
R.–Así es. Yo creo que me dio el papel por eso. Yo entré en su despacho para la entrevista y ni lom iré, me quedé atrapada mirando las paredes llenas de dibujos y él me dijo, “perdona, estoy aquí”, ya me disculpé y le pregunté si los dibujos eran suyos y que suponía que eran las escenas de la película que íbamos a rodar. Me dijo que sí, se quedó en silencio unos segundos y me dijo, “el papel es tuyo”. Creo que supo que nos íbamos a entender a través de las pinturas.
P.–¿Qué faltó en aquella época para que se creara en España una industria sostenible del género?
R.–Es que yo pienso que sigue existiendo. El terror sigue, pervive. Si lo piensas, no hay festivales de cine en España, no sé, de comedias por ejemplo, o casi nada de western excepto en Almería, pero ¿de terror...? Innumerables. Yo siempre me he preguntado qué es lo que le atrae a la gente del terror, de pasarlo mal o de ver cómo matan a alguien, y una vez un director francés me dio la respuesta “Lone -me dijo- todos los seres humanos tenemos cosas oscuras dentro.Entonces, de vez en cuando, para que no salgamos a la calle a matarnos unos a otros, necesitamos ver ese terror desde la ficción, es una válvula de escape y, así, luego podemos ser tan normales”.
P.–¿Le siguen dando miedo las películas de miedo?
R.–No creas que se me ha quitado del todo... Siempre me han dado miedo las películas de terror, pero me encanta trabajar en ellas. Es muy divertido, trabajar con los efectos especiales, con la sangre... Divertidísmo, pero luego verlo... Prefiero un western, me encantan los western desde que nací, a nivel de que me chupo dos western al día. De hecho, el próximo proyecto que tengo entre manos es el guion de un western.
P.–¿De qué trabajo como actriz está más orgullosa?
R.–De La noche del terror ciego, sin duda. Además de que es una maravilla de película, fue un rodaje duro, Amando se dividía como podía, pero la verdad es que para él lo más importante eran los templarios. Estábamos rodando en Setúbal, con un calor tal que varios de los templarios que montaba a caballo se desmayaban y todo. Amando bajaba por la mañana, me enseñaba a través de los dibujos la escena que íbamos a rodar y ya me quedaba ensayándola y él se iba con los templarios. Y a ensayar mucho, porque antes con el celuloide se ensayaba muchísmo más para que cuando se filmara se acertara en las menos tomas posibles. Pero claro, como te digo, aunque Amando estuviera menos presente yo entendía perfectamente lo que quería con sus dibujos.
P.–Habrán cambiado muchas cosas en las maneras de hacer cine
R.–Sí, algunas para mejor, como que te permites hacer más tomas, o que los equipos están más integrados, antes era más de hacer tu papel e irte, no hacías vida con el equipo; y otras a peor, porque en el cine español hay mucho talento, pero no hay dinero, es muy difícil conseguir financiación para hacer una película y, en ese sentido, conozco a muchos directores desesperados. Y a los actores lo que nos pasa es que necesitamos trabajar, actuar, sentir el cine, y a veces se trabaja gratis, no se cobra por el trabajo, algo que no puede ser. Antes se pagaba hasta un papel pequeño. En derechos labores, sí hemos ido para atrás.
De España se fue huyendo y a España regresó desde otra huída
P.-¿Cuándo llegó por primera vez a España y por qué?
R.-Es que yo ya conocía España porque había venido a veranear a la Costa Brava con mi madre, y la verdad es que me encantó, así que luego volví para quedarme en Barcelona. Estuve trabajando en muebles Aragón, creo que fueron como seis meses. Yo vivía con una amiga en una habitación, que eso era para verlo, nos teníamos que lavar con agua fría... Bueno, esa es otra historia... El caso es que yo solía comer con ella en un bar y el dueño era muy amable con nosotras y un buen día nos dijo, "mira, vosotras sois demasiado guapas para estar trabajando ahí en una tienda, yo tengo un amigo que tiene hoteles en Gran Canaria y yo creo que trabajando allí podéis ganar más dinero" y no se cuántas cosas más. Total que nos dijo que fuéramos a su oficina, que nos iban a comprar ropa y todo... Yo la verdad que me quedé pensando... No veía el asunto claro del todo, pero fuimos a la oficina el día fijado. Y cuando entramos eso era un cuarto vacío menos una mesa con un teléfono y una máquina de escribir y había una cortina que daba a una habitación contigua, entiendo, que no vi porque estaba echada. Yo miré eso, esas paredes sin nada, y todo tan extraño, luego miré a mi amiga, y decidimos seguirle el juego diciéndole que nos veríamos la semana siguiente, que no podíamos quedarnos en ese momento más tiempo. Al día siguiente mi amiga y yo compramos dos billetes de avión, yo para volverme a Dinamarca y ella para volverse a Valencia. Porque es que eso tenía toda la pinta de trata de blancas, de verdad, nos asustamos mucho.
P.-Pero después regresaría, no desde Dinamarca, sino desde Estados Unidos, ¿cómo fue eso?
R.-Sí, porque en Dinamarca me puse a trabajar como recepcionista, la verdad que en dos de los mejores hoteles del país, y en uno de ellos conocí a un americano. Me enamoré profundamente, viví una historia de amor y me fui con él a Estados Unidos. Pero luego resultó que era alcohólico, lo pasé fatal, fue muy triste... Ya allí me puse a trabajar en un bar y me hice un buen amigo al que le conté por todo lo que estaba pasando, me puse a ahorrar como una loca, ahorrar todo lo que podía hasta que tuve el dinero y fue mi amigo a comprarme un billete para irme de allí y le dije que me lo sacara a Madrid. Y ahí me fui, a un sitio sin conocer a nadie, pero que mira, finalmente, me dio la oportunidad para convertirme en actriz.
Efectivamente, Lone Fleming encuentra en Madrid sus primeros trabajos en el mundillo participando en fotonovelas y como figurante en diferentes rodajes hasta convertirse en un auténtico icono del fantaterror, género de terror fantástico de un cine independiente que se produjo en España en la década de los 70.
Su primera participación en el cine fue para la comedia Pierna creciente, falda menguante (1970) de Javier Aguirre, junto a actores como Fernando Fernán Gómez y Emma Cohen, y Vente a Alemania, Pepe, de Pedro Lazaga, con Alfredo Landa y José Sacristán como protagonistas. También participa en el western El hombre del río malo (1971) y salta ya al terror con La noche del terror ciego (1972), de Amando Ossorio, donde realiza una tan buena interpretación que incluso hoy día le sigue valiendo multitud de seguidores. Una vela para el diablo (1973), El ataque de los muertos sin ojos (1973) y La endemoniada (1975), se combinan con otros trabajos como Lo verde empieza en los Pirineos (1973), de Vicente Escrivá y protagonizada por José Luis López Vázquez y José Sacristán; o Viaje al centro de la Tierra (1977), de Juan Piquer Simón o la serie televisiva El juglar y la reina (1978).
En estos últimos años ha producido, escrito y dirigido cortometrajes como La virgen desclaza (2019), Eres una hija de puta (2022) y Un dulce deseo (2024).
"Y soy Condesa de Drácula, Mutante (Premio Especial Generación Mutante del Festival Internacional de Gijón), Scream Queen de los Templarios y, lo que más me hace feliz, tengo el cariño de un público de diferentes generaciones", se enorgullece.
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