Cádiz

Con el corazón en el Cerro del Moro

Pancarta de protesta en el Cerro del Moro.

Pancarta de protesta en el Cerro del Moro. / Julio González

Hay una conexión íntima entre Jesús Maeztu y el Cerro del Moro. A su parroquia llegó a finales de los años 60, en pleno proceso de transformación de la Iglesia Católica, y desde el primer minuto se involucró en la recuperación del barrio más degradado de la ciudad.

Eran los tiempos duros del final del franquismo, cuando no se invertía una peseta en un barrio pobre, sin infraestructuras, sin equipamientos, y con casas levantadas con carácter provisional tras la Explosión de 1947 que seguían en pie, superpobladas con decenas de familias sin recursos.

Aunque años después dejó el barrio para implicarse en otros proyectos sociales en Andalucía, hasta ser nombrado Defensor del Pueblo en 2013, tras una etapa en funciones, siempre ha estado muy atento en el proceso de remodelación integral del Cerro, iniciado a principios de los años 90.

Lo que iba a ser una operación urbanística de una década, se ha alargado durante 30 años de obras, a ritmo lento, con numerosos parones y constantes preocupaciones de los vecinos.

Los residentes en las dos últimas fases de la operación, la séptima y octava, trasladaron a la oficina del Defensor los continuos retrasos en el inicio de las obras y la falta de información tanto del Ayuntamiento como de la Junta.

Maeztu optó por venir a ‘su’ ciudad y visitar ‘su’ barrio, previa reunión con las dos administraciones para saber la estado del proyecto.

Apenas unas horas después de su recorrido por el Cerro, Jesús Maeztu se sentó con Diario de Cádiz para trasladar sus sensaciones y, sobre todo, para afianzar su apoyo a los vecinos y su decidida actuación a la hora de que Junta y Ayuntamiento cumplan sus compromisos con el Cerro del Moro.

"Llegué al barrio con sensaciones ambivalentes. Llegué muy preocupado porque no sabía qué me iba a encontrar, cuál podía ser el estado de crispación de los vecinos". Y lo que se encontró fue un clima nada propicio para los representantes políticos, ciertamente, pero también una actitud de los vecinos lejana a cualquier conflicto y sí con la esperanza de que el proyecto se reactivase de una vez por todas.

"Me he venido arriba con el cariño de la gente, que decían que no podían tirar la toalla ni romper la baraja. He visto en ellos mucha paciencia", constata el defensor.

Lo cierto es que Maeztu ha puesto tarea a estos políticos, hasta el punto de que les ha dado un mes para que avancen en la tramitación administrativa del proyecto. Será entonces cuando venga de nuevo a Cádiz y se lleve a las dos partes al propio barrio. "Pregunté a la Junta (que financia las obras) si el suyo era un compromiso serio, y me dijeron que sí. Porque a la vez yo me juego mucho con mi compromiso como persona y como Defensor del Pueblo, me juego mi credibilidad moral y personal y la de la propia institución".

Lo cierto es que más allá del compromiso político, es esencial contar con financiación para las obras.Según indicó la Junta a Maeztu, para terminar el plan del Cerro hacen falta 10,8 millones. Se afirma que un tercio está garantizado con los presupuestos de la Junta; otro tercio se logrará (o por lo menos eso se espera) con el programa de erradicación de zonas desfavorecidas; y el resto con fondos del Next Generation.

Sonríe Jesús Maeztu cuando se le comenta que "ha puesto tarea a las administraciones tras tirarles de la oreja". Lo cierto es que, como en todo lo que hace, el Defensor del Pueblo va muy en serio y si constata que, tras un tiempo prudencial, la operación sigue sin avanzar “tomaré otras decisiones”, como denunciar la obstaculación de la labor del Defensor.

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