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IX CONGRESO INTERNACIONAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA

El amor de ida y vuelta entre las letras gaditanas e Hispanoamérica

De izquierda a derecha: Alberto Romero Ferrer, Nieves Vázquez Recio, Luis García Montero, José Jurado Morales y Marieta Cantos Casenave.

De izquierda a derecha: Alberto Romero Ferrer, Nieves Vázquez Recio, Luis García Montero, José Jurado Morales y Marieta Cantos Casenave. / Lourdes de Vicente (Cádiz)

No hay amor más fructífero que el correspondido y no hay provincia española que mejor tutee a las tierras de la otra orilla que Cádiz. Ambas latitudes comparten una pasional relación secular y duradera que en la tarde de este miércoles se puso de manifiesto dentro del programa oficial del IX Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) en la conferencia titulada El amor de ida y vuelta. América y los escritores de Cádiz.

Con la presencia como presidente en la mesa de Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, fueron precisamente cuatro nombres ilustres de nuestras letras con acento gaditano (Rafael Alberti, Carlos Edmundo de Ory, José Manuel Caballero Bonald y Fernando Quiñones) los elegidos por cuatro conferenciantes de excepción (Alberto Romero Ferrer, Nieves Vázquez Recio, José Jurado Morales y Marieta Cantos Casenave) para ilustrar en el Aula Magna de la gaditana Facultad de Medicina los lazos más visibles de la literatura gaditana con el continente hermano a través de diversos avatares históricos y personales como la lucha política e ideológica y el exilio, la vinculación familiar o las amistades intercontinentales.

Alberti, el exilio como arma para la conquista

Sufrió y escribió el exilio, un terrible “corte vital pero también un puente para unir orillas”, comenzaba su intervención sobre el literato portuense Alberto Romero Ferrer. “El exilio siempre ha sido una constante en la literatura española”. Hasta tal punto es así que “la primera obra importante de nuestras letras, el Poema de Mio Cid, comienza hablando del destierro".

Rafael Alberti huyó de ese “Cádiz lleno de recuerdos coloniales”, de la bahía desde la que “se familiarizó con Hispanoamérica” y para dar cuenta del exilio engendró La arboleda perdida, la “angosta necesidad de recordar”, un “reencuentro idealizado con un pasado perdido” porque “el olvido es otra manera de exiliar”, explicó Romero Ferrer sobre los 40 años de ignominia que padeció el escritor de El Puerto de Santa María. Para desarrollar esta empresa, “recurre al diálogo de admiración con Bernal Díaz del Castillo”, conquistador de México, “o a Amadís de Gaula, a los libros de caballería”, a los que fueron a conquistar pero finalmente “se dejan impresionar por lo que ven y terminan siendo conquistados por la tierra”.

La arboleda perdida supone, así, “un libro contracrónico respecto al relato americano”, no muy alejado del Lorca de Poeta en Nueva York que “contaba sus impresiones de los negros pobres del río Hudson”, ya que Alberti reivindicó por su lado "la vida de los pueblos indígenas”. Una ancestral manera de combatir desde la palabra, donde “las letras son armas para la revolución”, la que Alberti desde su ausencia consiguió transmitir de la manera más hermosa.

Cuatro conferenciantes desgranaron la relación con América de cuatro autores gaditanos

Carlos Edmundo y su relación 'Ory-Genética' con América

La relación del gaditano Carlos Edmundo de Ory con América se remonta a su padre, Eduardo de Ory y a la gran biblioteca que le legó en la que el creador del postismo descubrió a Rubén Darío o César Vallejo. Nieves Vázquez Recio situó de esta manera este amor primigenio con los escritores de allende los mares, a los Ory que “siente como rebeldes, una literatura inconformista con la que se identifica”. De esta conexión, el peruano César Vallejo se erigirá en figura troncal. “Lo descubre en 1945, año en que se proclama el postismo, hay sintonía y hermanamiento en la rebelión”, explicó sobre la relación Vázquez Recio. En su juventud, además, Ory descubre a Carlos Martínez Rivas y al artista plástico Darío Suro “con el que alumbra en 1951 el introrrealismo, un movimiento de difícil limitación”.

Todas estas heterogéneas influencias se las lleva a Perú “como migrante económico”, porque la vida de Carlos Edmundo de Ory “no encajaba con lo práctico”. Ese periplo estuvo lejos de ser idílico ya que, según relató la conferenciante, “Ory no tuvo una relación vivencial con América. Se sintió desterrado, desubicado, con nostalgia de la cultura europea. No era una cuestión de geografía sino de cosmogonías”.

Sí que guardó el autor gaditano una efervescente correspondencia con multitud de escritores, como el chileno Roberto Bolaño, y conectó desde muy joven con la literatura latinoamericana.

Caballero Bonald y la fuerza de los orígenes

Tiene un poema el jerezano José Manuel Caballero Bonald llamado Mestizaje que hace alusión a su padre cubano y de él destaca que “gracias a ese origen es escritor”, comentó José Jurado Morales en la cita de este miércoles. Recuerdos paternos, de la casa de Camagüey y de un retrato de su abuela Obdulia, el punto de partida de la querencia del escritor con América y “un motivo de orgullo”.

Los lazos de Caballero Bonald con los autores americanos se forjaron además en su época colombiana. Un país lleno de color que contrastaba “con la realidad pobre y gris de la España de posguerra”. Como escritor de izquierdas, siente admiración además por Cuba y la revolución, un ejemplo que aplicar en España según su perspectiva. El primer encuentro con la isla le demuestra que “la revolución era necesaria” aunque paulatinamente vaya desencantándose de ella ya que “el realismo crítico no es el método de derrotar a Franco”. De esa experiencia nació la novela Ágata ojo de gato.

Quiñones y la influencia de Borges

Hay dos hitos hispanoamericanos en la biografía de Fernando Quiñones: el amor por Borges y el Premio de Literatura de La Nación de Buenos Aires por sus relatos. Marieta Cantos Casenave recordó el entusiasmo que le provocaba América por su “voracidad lectora” y la relación histórica de Cádiz con aquellas tierras.

Así, “la literatura de Las Cortes y su labor en Cuadernos Hispanoamericanos le despiertan su interés por los clásicos de América”, a los que “se asomó de manera novedosa incluso antes de que los autores del boom formaran parte de ese grupo”, reveló.

Por último, “se considera a Quiñones como el introductor de Borges en España”, una labor que conecta con las palabras que le dedicó el autor argentino: “en sus relatos estaba el hombre, su índole y su destino”.

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