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Cádiz

Joan Subirats: "La universidad se tiene que dar cuenta de que su sistema de financiación pública depende de generar aliados”

El exministro Joan Subirats, flanqueado por Antonio González Rueda y Antonio Ariño Villarroya, este martes en la Universidad de Cádiz.

El exministro Joan Subirats, flanqueado por Antonio González Rueda y Antonio Ariño Villarroya, este martes en la Universidad de Cádiz. / Jesús Marín

Una anécdota. Cuando Jordi Pujol era presidente de la Generalitat y se reunía con los rectores de las universidades de su comunidad les decía: “El día que me vengan los empresarios, las asociaciones de vecinos, y demás, a pedirme dinero para vosotros, os haré caso, pero mientras vengáis vosotros solos...” La historia, con moraleja de propina, la cuenta (y no contó pocas) el ministro de Universidades de España entre 2021 y 2023, Joan Subirats que, y ahí va la lección que se desprende del relato, está completamente convencido de que “la universidad se tiene que dar cuenta de que su sistema de financiación pública depende de su capacidad de generar aliados”. Aliados que defiendan su financiación pública porque entiendan su importancia y, para ello, “la universidad tiene que construir un sistema de valor añadido”. Anécdota, moraleja, y constatación de una realidad, una triste realidad: “Desde 2008 la financiación de la universidad pública ha bajado un 20%, ¿quién se ha quejado?, sólo las universidades, y todo sigue igual”.

Esta llamada a fortalecer el cordón umbilical entre los sanctasanctórum del saber y la sociedad civil, entre la ciudad y el conocimiento, y hasta a romper las barreras internas que levantan las jerarquías y competencias dentro de la lógica de la propia universidad es la que se esforzó en transmitir el también catedrático emérito de Ciencia Política y Administración de la Universitat Autónoma de Barcelona este 5 de marzo en el Edificio Constitución 1812 de la Universidad de Cádiz (nuestro querido Aulario de la Bomba) donde apadrinó el último número de Periférica durante un acto que dio inicio al 25 aniversario de la revista para el análisis de la cultura y el territorio que edita la UCA.

Una cita que también funcionaba como colofón (y hasta casi como un epígrafe de conclusiones) de una, en sus palabras, “intensa y rica” jornada donde los reputados miembros del Consejo Asesor de Periférica debatieron en diferentes diálogos sobre los nuevos retos y desafíos de la gestión y las políticas culturales en este “cambio de tiempo, más que tiempo de cambio” que vivimos como sociedad.

De esta forma, las alusiones a las reflexiones que animaron todo el simposio –en torno a temas como la cooperación, sostenibilidad, educación, perspectiva de género, igualdad, economía creativa en las políticas culturales de nuestro país– fueron bañando las palabras de Subirats, presente durante toda la mañana, que se mostró como un firme cómplice, no sólo en potenciar los nexos de la universidad con la ciudadanía, sino con una política cultural que entiende “como política social”.

“Es que el concepto de política social es, en sí mismo, muy amplio ¿La sanidad es política social? El 80% de los usuarios de la sanidad en España son crónicos. O construimos un sistema sociosanitario más potente o es imposible mantener el sistema. Una cama de hospital cuesta 100 euros al día, un cama sociosanitaria, 40 euros, una cama de residencia, 10 euros. El sistema es imposible de mantener si no construimos un sistema de cuidados desde lógicas sociosanitarias que reduzcan la presión sobre el sistema. Por otro lado, está constatado que las personas que van a universidades de mayores van menos al médico, sociabilizan más, sufren menos depresión, consumen menos pastillas... Por lo tanto, la política cultural, sí, es política social”, respondía el exministro a una pregunta directa del director de Periférica, Antonio González Rueda, que junto al catedrático emérito de la Universitat de Valencia, Antonio Ariño Villarroya, fueron los entrevistadores del protagonista absoluto de la tarde.

Y si González Rueda le invitó a reflexionar sobre la vertiente social de la cultura, Ariño Villarroya le animó a desgranar los grandes desafíos a los que se enfrenta y que Subirats ilustró a través de su experiencia en el Ayuntamiento de Barcelona, primero, a partir de 2017 como comisionado de Cultura y a partir de 2019 ya como parte electa del equipo de Ada Colau como teniente de alcalde de Cultura, Educación, Ciencia y Comunidad. Así, apareció el gran reto de llegar al ciudadano que no se relaciona con el sistema cultural. Si la gente no atravesaba las puertas de las infraestructuras culturales, la cultura iría a la calle y creó la Bienal del Pensamiento. “5.000 personas en la plaza en la primera sesión para ver a Judith Butler y Fina Birulés hablando de género; 2.500 escuchando a Paul B. Preciado en la segunda”, se congratulaba por una experiencia que se ha seguido manteniendo incluso con un cambio de Gobierno. “Incorporar la ciencia al debate cultural sería otro de los retos que marcaría y, por supuesto, como se ha tratado esta mañana, trabajar la relación educación-cultura porque incorporar la cultura a la educación, que la cultura forme parte del core educativo y no sea una extraescolar, contribuye a resolver muchos temas, sobre todo, el de generar una verdadera igualdad de oportunidades”.

Porque sí, porque para Joan Subirats la política cultural, una buena política cultural, la que se trabaja en red, “cuando trabajar en red es analizar el problema juntos y aportar lo que tiene cada uno para encontrar una solución, y no echar el muerto al de al lado” estrecha la brecha de las diferencias sociales. Y la Universidades, las universidades públicas, no pueden estar ajenas a este “repensamiento”. “Repensar la política y la gestión cultural”, sí, “y también repensar la universidad”.

La LOSU y las microcredenciales

En el cuestionario al que fue sometido Joan Subirats durante su apadrinamiento de la revista Periférica no faltó la pregunta sobre La Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) que su antecesor dibujó y que el exministro consiguió sacar adelante impregnándole su propio sello.

Así, el peso cultural que tiene la LOSU (“donde por primera vez aparecen las bibliotecas”) es innegable aunque Subirats prefirió extenderse en las bondades de las microcredenciales, es decir, la fórmula que ha encontrado para defender “la formación universitaria durante toda la vida”.

Un “tema central” para Subirats que recuerda que el 95% del alumnado universitario actual tiene entre 18 y 30 años y que la Unión Europea dice que en 2030 el 60% de los europeos hasta 65 años deberán haber tenido una experiencia formativa en los últimos 6 meses. ”Ahora mismo en Europa la cifra es del 23% y en España del 13%”, indicó antes de explicar que a esta formación, “que no debería basarse en la lógica de oferta de la universidad sino de demanda”, se han destinado 50 millones de euros, de los que 10 llegarán “o ya han llegado” a la Junta de Andalucía.

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