Burbuja hotelera. Por Fernando Santiago

BURBUJA HOTELERA

Igual ya lo he contado, pero con la excusa de la edad provecta, lo cuento de nuevo. Debía ser a final de 1989, el entonces presidente de la Junta de Andalucía José Rodríguez de la Borbolla, tuvo un ataque institucional ante la lluvia de millones que caía sobre Sevilla con motivo de la Expo 92, le ofreció a todas las capitales andaluzas un programa de inversiones decidido por cada Ayuntamiento, en aquella época en la que el PSOE mandaba en todos lados. Borbolla negoció con Carlos Díaz un programa de inversiones, el Plan Andalucía 92. El mismo día que venía a Cádiz para la firma, nos convoca el alcalde a los portavoces de los grupos, nos entregan un folio con las inversiones previstas donde previamente se había ocultado el presupuesto de cada obra, y nos pidió el apoyo. En aquella época el PP decía que sí a lo que le presentaran “todo sea por Cádiz”. Nosotros hicimos una propuesta alternativa: invertir los 5.000 millones de pesetas previstos en un programa de rehabilitación del Casco Antiguo para eliminar la infravivienda . Por supuesto, como era norma en el Partido Socialista de la época, no nos hicieron ni caso. Fruto de aquel plan fue la rehabilitación del Baluarte de Candelaria previsto para Museo del Mar, con la exposición inaugural sobre las almadrabas con un atún encebollao cocinado por el Mayeto para invitar a los que fueron a la croquetada. Como pueden ustedes comprobar, quedó en nada, le empezaron a llamar Museo del Ná. Se hizo el Complejo Polideportivo y piscina de Cortadura y un edificio en La Punta de San Felipe destinado a acuario a semejanza de uno que había visto Carlos Díaz en Brest llamado Acuópolis. Este edificio se debe al diseño del arquitecto Rafa Otero, que 33 años después sigue pendiente de uso. Hubo un primer intento de derribo y construcción de un hotel de cinco estrellas, que no cuajó porque los inversores se cansaron de esperar. Julio Malo de Molina no solo alabó el diseño del edificio con esos espacios diáfanos y forma de barco, sino que decía que tenía tan buenos cimientos que sería muy difícil su derribo. Ahora se vuelve a intentar lo del hotel, pendiente de que el Consejo de Ministros autorice un equipamiento así en suelo de dominio público portuario. Cabe suponer que la empresa concesionaria habrá hecho sus cuentas, a mí me resulta un lugar alejado del centro de la ciudad y de las playas. Encima si se hacen todos los hoteles previstos esto va a parecer la Costa del Sol: el de Barceló sobre la estación, el del Campo de las Balas, el del Pirulí, el del Edificio de Correos, el de la Alameda, la Casa del Almirante, el Pirulí, el de la Zona Franca, el del Estadio. Una burbuja hotelera. Encima La Punta está hecha un mamarracho.

Fernando Santiago

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