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Barbacoas del Trofeo Carranza: ¿Qué pasó con esta tradición en las playas de Cádiz?

Así lucía la playa Victoria de Cádiz en una barbacoa  del Carranza celebrada en 2005.

Así lucía la playa Victoria de Cádiz en una barbacoa del Carranza celebrada en 2005. / Jorge Zapata

El Trofeo Carranza vuelve hoy a Cádiz con un ambiente bien distinto del que se disfrutaba en la ciudad hace unos años. Las actividades culturales han sustituido a las barbacoas que se celebraban en la misma playa. Y ahora, en vez de ser en fin de semana, la final se disputa un jueves. Para los interesados, juega el Cádiz con el Atlético de Madrid.

La memoria de los gaditanos está llena de momentos relacionados con el Trofeo Carranza, ya sea en el estadio o en las playas. El boom de las barbacoas del Trofeo alcanzó fama nacional en su día, era una de las fechas marcadas en rojo en el verano. 

Era así hasta que se apagaron las llamas y se decidió cambiar el rumbo de esta festividad. La última barbacoa en la playa Victoria de Cádiz tuvo lugar en el verano de 2016. Un año después, se organizaron conciertos y eventos por la zona del Paseo Marítimo. Un guion que se repite este 2022.

¿Qué fue de las barbacoas del Trofeo Carranza?

La realidad superó a la tradición. Por mucho que la historia guardara gratos recuerdos entre la ciudadanía, los informes medioambientales y la deriva de la fiesta obligaron a terminar con esa noche eterna de verano en la playa.

El 14 de agosto 2016, después de anunciarlo previamente y acotar el espacio permitido, fueron las últimas barbacoas organizadas por el Gobierno municipal liderado por Kichi. La festividad, en decadencia tanto en lo futbolístico como en lo tradicional, causaba más disgustos que placeres debido a los costes de la organización, las toneladas de basura, los hábitos de esa noche y el impacto medioambiental en las arenas.

Por ejemplo, el dispositivo de seguridad de 2015 le costó al Ayuntamiento unos 50.000 euros. En cuanto a los residuos sustraídos en 2016, la última vez que se hizo, se recogieron 12,7 toneladas de basura. Muy lejos de las más de 55 toneladas que se sacaron en 2010. 

Obviamente, las cantidades de residuos iban en consonancia al número de asistentes. Las barbacoas del Trofeo optaron al libro Guinness de los récords por reunir a la mayor cantidad de personas en una playa. En muchas ediciones se rozaron las 150.000 personas. A principios de la década 2010, la asistencia ya estaba bajando a 50.000. Y cuando definitivamente desapareció del calendario gaditano, solo 17.000 personas le dieron sepultura a esta tradición herida de muerte.

Porque sí, lo de las barbacoas era crónica de una muerte anunciada. Las consecuencias ecológicas eran insostenibles, inasumibles, en una sociedad que muy lentamente va entendiendo los costes de no cuidar la naturaleza. No era solo el humo y las brasas lo que incidía para mal en el entorno del litoral. Sobre todo, el problema eran los muebles abandonados al día siguiente en la playa, los cristales rotos de las botellas y otras sorpresas que contribuyeron a decir adiós. Era tal el desenfreno que en alguna ocasión la Policía Local reportó haber encontrado a personas dormidas casi enterradas en la arena.

Además, en los últimos años se transformó en un botellódromo, generando un clima menos familiar del que tenía en un principio la fiesta cuando se creó en los años 80. Otro elemento negativo, que hizo mucho para que se viera con malos ojos esta cita, fue que muchos menores aprovechaban la noche de la barbacoa para beber. En 2015, todos los intoxicados por alcohol que fueron atendidos, unos 30, eran menores de edad.

En definitiva, una tradición que se desgastó, que no envejeció bien y se fue al traste por muchos motivos. Estos son algunos de ellos: falta de respeto al medio ambiente, poco civismo en la recogida de residuos y un ambiente enrarecido, viciado, alcoholizado, muy lejano a la idea para la que se concibió la festividad.

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