Diario de una gran hazaña | Capítulo 71 (12 de abril de 1522)

La ‘Victoria’ mantiene el tipo y el rumbo pese al agotamiento general

  • El hambre y el escorbuto no impiden que la nave que comanda Elcano continúe acercándose poco a poco al cabo de Buena Esperanza cruzando un Océano Índico indómito

  • Mientras, la 'Trinidad' partió el pasado día 6 de las Molucas con rumbo a América

La falta de alimentos frescos en las bodegas de la 'Victoria' es una constante desde hace ya muchas semanas.

La falta de alimentos frescos en las bodegas de la 'Victoria' es una constante desde hace ya muchas semanas. / Jesús Marín

Está costando mucho, muchísimo, pero de momento la Victoria está logrando mantener el tipo y el rumbo, que no es poco. Y es que la travesía por el Océano Índico se sigue realizando bajo unas condiciones extremadamente adversas tras muchas semanas ya surcando estos mares.

La nave que viene comandando con gran destreza Juan Sebastián del Elcano partió de Tidore, la considerada capital de las Molucas, el pasado 21 de diciembre, aunque es desde el 14 de febrero cuando dejaron de ver tierra tras adentrarse en este océano totalmente desconocido para los 45 marineros que conforman la tripulación de esta nave. Hoy, 12 de abril de 1522, con mucha hambre, casi sin víveres ni agua potable, con casi todos los marineros enfermos a causa del escorbuto y, además, casi sin energías al tener que mantener el rumbo en unas aguas tan indómitas, la Victoria no ceja en su empeño y sigue obsesionada con regresar a España como sea. A bordo, aparte de estos 45 marineros, se mantienen las casi 30 toneladas de especias y aún muchísima ilusión por llegar a ser los primeros habitantes del planeta en lograr dar la primera vuelta al mundo.

Ahora el temor es que algunos de estos hombres no puedan ver de nuevo tierra española. La falta de alimentos frescos y de vitamina C ha hecho que el escorbuto campe a sus anchas por la nave y que haya marineros que ni siquiera sean capaces de mantenerse en pie. Por tanto, y aunque hasta ahora no ha habido ningún fallecimiento, hay miedo a que de un momento a otro esta dichosa enfermedad empiece a cobrarse vidas, como ya hiciera hace poco más de un año durante la travesía del Pacífico, que fue igualmente durísima.

Por ahora la posibilidad de encontrar tierra –y por tanto víveres– es prácticamente nula. La Victoria sigue navegando a la altura del paralelo 40, en una latitudes desconocidas y, por lo tanto, muy alejada de la costa. Según los cálculos que se manejan a bordo, la Victoria puede estar actualmente a la altura de la isla de Madagascar, aunque mucho más al sur, y a unas 260 leguas del temido Cabo de Buena Esperanza, es decir, a unos 1.400 ó 1.500 kilómetros de la punta sur de África. Esto invita a pensar que cualquier día de estos Elcano ordenará cambiar el actual rumbo oeste por otro que sea norte o noroeste, para intentar remontar así lo que quede del Océano Índico y alcanzar al final las aguas del Atlántico. Pero evidentemente la navegación no está siendo fácil debido a que los vientos y las corrientes son muy fuertes y en la mayoría de los casos son contrarios. Y aún queda lo peor porque el Cabo de Buena Esperanza está considerado uno de los puntos del planeta más peligrosos para la navegación.

Lo que no sabe Elcano ni nadie de su tripulación es que la semana pasada, en concreto el pasado 6 de abril, también zarpó de las Molucas la Trinidad, la otra nao superviviente de las cinco que conformaron la denominada flota de las especias. Daños muy serios en el casco impidieron que esta nave acompañara a la Victoria en su partida de Tidore el pasado mes de diciembre. Ahora, tras casi cuatro meses de reparación, la Trinidad ha podido echarse a la mar con su comandante, Gonzalo Gómez de Espinosa, al frente, y con 54 hombres y cerca de 70 toneladas de especias a bordo.

La diferencia es que la Trinidad no ha puesto rumbo al Índico, como hizo la Victoria, sino que ha preferido surcar el Pacífico con rumbo este buscando primero llegar a Panamá y luego costear América con rumbo sur para cruzar el Estrecho de Magallanes y alcanzar luego el Atlántico.

En las Molucas se ha quedado solamente un retén de cuatro españoles vigilando el almacén de especias que allí se habilitó hace unos meses.

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