Con la venia
Fernando Santiago
Zambombá
Es mejor usar el término a la gaditana, como si fuera una fiesta gastronómica de carnaval, con ese decir zarzuelero que tanto gusta en la ciudad tipo Erizá, Ostioná, Pestiñá y demás carajotadas, como cantaba la chirigota del Gómez. Aconsejo esta forma porque a los jerezanos les da mucho coraje ya que, según ellos, se dice “zambomba”, como el instrumento, sin acento agudo, sin la tilde que tanto molesta a milenials, centenials, Generación Z y el resto de gente que en el colegio no han aprendido ortografía porque ahora se estudia “por competencias”, según Pilar Alegría el conocimiento no sirve para nada, la memorística es un atraso. Aquello que empezó en los patios de las casas de vecinos de Jerez se ha extendido como una mancha de aceite por toda la provincia, aunque ellos lo reivindican como una fiesta propia.¿Sabéis lo que os digo? Pues para ellos toda la vida. Sería como traer a Cádiz una feria, un paseo de caballos o una carrera de motos, tan absurdo como importar desde EEUU la fiesta de Jalogüín, por citar un animalito. Ahora no hay bar que se precie que no organice cada día una zambombá, un grupo de villancicos cantando en cada esquina, yo como el cantante “me cago en el Año Viejo, me cago en el Año Nuevo, me cago en el arbolito y me cago en ti, por eso vete a la mierda” , creo que el poeta que lo canta se llama Álvarez Guedes, un visionario de ideas radicales que como todo el mundo sabe, radical viene de raíz, hay que ir a la raíz de los asuntos, en este caso la zambombá es una derivación de una costumbre jerezana. El martes pasado, según cuentan, durante la madrugada se produjo ese zumbido que algunos llaman “hum”, no sé si alguien había fumado grifa en mal estado, se había tomado la pastilla equivocada o le habían puesto ginebra de garrafón. Hay gente que jura de manera solemne que lo ha escuchado. Quizás yo, como padezco de acúfenos, no percibo ese tipo de sonidos. Ya puestos , en lugar de que sonase por la noche, que lo haga por la tarde para atosigar a todos los grupos profesionales de villancicos, a ver si nos dejan en paz, que ya hay más gente cantando villancicos que escuchándolos, como pasa con los libros, hay más escritores que lectores. Lo que sea que provoque ese sonido, si es que existe , que se espabile y nos proporcione una tregua navideña. De paso a ver si acaba con la recogidoa de alimentos en los supermercados, ahora hay gente que se inventa asociaciones para abusar de la generosidad del personal mientras hacen negocio con las donaciones , como ocurrió días pasados en El Jamón de la calle San Francisco, tengan cuidado.
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