Diario de una gran hazaña | Capítulo 68 (14 de febrero de 1522)

La 'Victoria' se adentra en solitario en la boca del lobo

  • Tras zarpar de Timor hace siete días la única nave que queda de la flota de las especias surca ya el Índico con la idea de llegar a España sin tocar tierra y huyendo de los portugueses

  • La tripulación es ahora de 45 hombres tras dos deserciones ocurridas a última hora

  • Elcano ha impuesto su criterio y cruzarán el Índico lo más al sur posible para evitar ser vistos

Uno de los palos de la ‘Victoria’, visto desde la escalera de acceso a la cubierta principal.

Uno de los palos de la ‘Victoria’, visto desde la escalera de acceso a la cubierta principal. / Jesús Marín

La suerte ya está echada. La nao Victoria, la única embarcación superviviente de las cinco que conformaron inicialmente la llamada flota de las especias, se ha adentrado en solitario en la boca del lobo. Hoy, 14 de febrero de 1522, la nave capitaneada por Juan Sebastián Elcano ha dejado de divisar tierra mientras surca ya las desconocidas aguas del Océano Índico, siempre con rumbo suroeste e intentando regresar a España.

La Victoria deja atrás no sólo Timor, que ha sido la última aldea donde su tripulación ha tocado tierra, sino también una infinidad de islas con las que se han ido topando desde que hace ahora 11 meses, en marzo de 1521, esta embarcación de la Armada Española, junto con la Trinidad y la Concepción, descubriera las Filipinas tras una penosa travesía por el inmenso Océano Pacífico.

El viaje que ha emprendido la Victoria es, si cabe, más peligroso aún. Y es que ahora han empezado a surcar las aguas de un océano desconocido para todos y en el que no hay constancia de que haya navegado hasta ahora ningún barco español, al menos por esta zona oriental. Hay, por tanto, riesgo de temporales y, sobre todo, el peligro claro de poder toparse con alguna flota de la Armada portuguesa a la que los españoles no podrían hacer frente de ninguna manera al contar seguro con menos efectivos y con menos armamento. Ese es el peligro mayor que afronta una nave que tiene por delante muchísimas millas antes de llegar a España, que tiene su estructura de madera seriamente dañada tras casi dos años y medio de navegación continua y que, además, viaja ahora en solitario, sin otra embarcación al lado en la que poder apoyarse en caso de emergencia.

 A todo esto habría que sumarle además los riesgos que tiene la tripulación de volver a padecer hambre y sed, ya que se supone que tardarán varios meses en volver a tocar tierra. Y nadie de los que van a bordo ha podido olvidar que la carencia de víveres sufrida en la travesía del Pacífico conllevó hace ahora un año la irrupción de esa maldita enfermedad llamada escorbuto que se cobró una decena de vidas.

Pero el hambre, si llega, tardará aún en aparecer ya que las bodegas de la Victoria están bien surtidas de víveres. De ello se han encargado concienzudamente en Timor, la isla más al sur de Indonesia y puerta de entrada al Índico en la que los españoles han permanecido casi dos semanas, desde que llegaron el 25 de enero y hasta que zarparon el pasado 7 de febrero. En esta última semana han seguido rodeando islas hasta encontrarse ya hoy en mar abierto, sin tierra a la vista por ningún sitio.

En Timor la expedición española se ha aprovisionado bien de búfalos, cerdos y cabras, animales cuya carne tarda más tiempo en pudrirse si previamente es salada o guisada y bien condimentada. Y también han adquirido sándalo, una planta aromática inexistente en España y que ha venido a enriquecer el importante cargamento de especias que lleva en sus bodegas la Victoria, sobre todo de canela, clavo y pimienta.

La estancia en Timor ha sido muy buen provechosa desde el punto de vista comercial aunque quedó empañada por el suceso vivido la madrugada del pasado día 5. Estando la Victoria fondeada frente al puerto de Timor, dos miembros de la tripulación desertaron huyendo a nado en medio de la noche. Eran el grumete Martín de Ayamonte y el soldado Bartolomé de Saldaña. Se supone que al llegar a tierra ambos se escondieron en las selvas de la isla de Timor Oriental y, aunque Elcano ordenó que una dotación de soldados lo buscaran, no han logrado dar con ellos. Todo ello hizo que la partida se retrasara hasta el 7 de febrero. Antes, el rey de Timor, Amabán, se comprometió con Elcano a apresar a los dos desertores si daban señales de vida.

Estas dos bajas han dejado la tripulación de la Victoria en 45 hombres, una cifra que está considerada la mínima para garantizar una navegación segura y efectiva en un barco de estas características. De ello es consciente el propio Elcano, que sabe que si durante la travesía del Índico se perdieran muchos efectivos a bordo, resultaría muy complicado manejar esta nave. En cierto modo sigue fresco el recuerdo de lo que sucedió el 2 de mayo del año pasado en Bohol. Tras la emboscada vivida el día anterior en Cebú, cuando los indígenas pasaron a cuchillo a una treintena de españoles, la flota de las especias se dio a la fuga con tres naves pero con apenas 115 efectivos. Al ser imposible garantizar el control de todas las embarcaciones, se decidió entonces abandonar la Concepción, que fue quemada y destruida para que no cayera en manos de los portugueses.  Y esos 115 hombres fueron repartidos entonces entre la Trinidad y la Victoria.

Antes de zarpar de Timor Elcano mantuvo un encuentro con sus oficiales en el que terminó imponiendo su criterio sobre la derrota que iba a seguir la Victoria en aguas del Índico. De esta manera, y en contra de lo expuesto por sus colaboradores más cercanos, Juan Sebastián Elcano ha dejado claro que la nave cruzará el Índico por el sur, alejándose lo más que pueda de la llamada Carreira da India, es decir, la ruta que suelen seguir los portugueses entre África y las Molucas y que incluye costear el sur de la India. Para evitar ser detectados y apresados por la Armada lusa, Elcano ha ordenado poner rumbo suroeste, aunque ello conllevará no poder tocar tierra en muchos meses, salvo que se topen en aguas del Índico con alguna isla no descubierta hasta la fecha.

Desde la salida de Timor unos vientos flojos están acompañando a la Victoria, algo lógico al encontrarse aún en latitudes ecuatoriales. La tripulación sabe que la mala climatología vendrá antes o después. Pero de momento nadie pierde la ilusión de regresar a casa para convertirse en los primeros hombres en lograr dar la vuelta al mundo.

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