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Sociedad

Solos frente al apocalipsis

  • En los parques haitianos se agolpan miles de personas que han quedado sin hogar mientras las calles se convierten en morgues improvisadas. Las autoridades mantienen que podría haber más de 100.000 muertos.

Los socorristas trabajaban el jueves a contrarreloj en Haití para encontrar supervivientes entre los escombros donde yacen miles de muertos, mientras los aviones cargados de ayuda humanitaria llegaban de todo el mundo a la isla asolada. Las autoridades mantienen que el balance de muertos superará los 100.000. Mientras, un responsable de la Cruz Roja, Víctor Jackson, se aventuró también a dar una cifra de muertos, entre 45.000 y 50.000, aun conociendo que "nadie sabe con precisión ni está en situación de confirmar números". Ante la ausencia total de la infraestructura médica de la capital los heridos son trasladados a carpas improvisadas por organizaciones civiles.

La preocupación se centra también en los supervivientes, que, en el país más pobre de América Latina, están más desprotegidos que nunca ante el hambre y las enfermedades, en medio de los cadáveres alineados en las calles de Puerto Príncipe.

La gigantesca operación de ayuda internacional a Haití empieza a organizarse. Este goteo de llegadas de envíos humanitarios se convertirá pronto en una operación masiva a cargo de varios países, entre ellos España. Canadá, Francia, Alemania, Holanda, Rusia y España han ofrecido equipos de rescate y han enviado a personal sanitario. Australia, Gran Bretaña y Japón son algunos de los países que han prometido varios millones de dólares en asistencia, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) indicó que suministrará inmediatamente 100 millones de dólares en ayuda de urgencia a Haití. También los países latinoamericanos, muchos de los cuales forman parte de la misión de paz de la ONU en Haití, comenzaron a enviar sus paquetes de ayuda y rescate.

Brasil, que ejerce el mando militar de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (Minustah), anunció el envío de ocho aviones con asistencia humanitaria, médicos y personal calificado para realizar rescates. Mientras ya fueron enviadas 28 toneladas de elementos de primera necesidad, como alimentos y agua, el gobierno brasileño aprobó un fondo de ayuda de 15 millones de dólares.

Por su parte, el presidente francés Nicolás Sarkozy pidió el martes que EEUU, Brasil, Canadá, además de Francia, convoquen una "gran conferencia" para la reconstrucción y el desarrollo de Haití.

Cientos de cadáveres se pudren al sol en el hospital central de Puerto Príncipe ante la mirada impotente de los haitianos y en el jardín del centro médico, semiderruido por el terremoto, los heridos suplican por un médico y rezan para no acabar en el "patio de los muertos". Sin guantes y con algodones empapados en alcohol para protegerse del olor a putrefacción, las familias buscan a sus seres queridos entre esta montaña de cuerpos, mutilados, semidesnudos, cubiertos de polvo y rodeados de moscas, con el anhelo de darles un entierro digno.

El centro de la capital se ha convertido en un inmenso campo de refugiados. Sin premeditarlo, miles y miles de personas sin hogar se reúnen desde el martes por la noche en la conocida avenida de los Campos de Marte de Puerto Príncipe, cuyas plazas y jardines se vieron inundadas por un hormiguero de familias a la espera de ayuda. "Haití vuelve a ser un pueblo que no conoce los finales felices", dice Milien Roudy, acostado en un jardín, acompañado de su esposa y dos hijas, que no prueban bocado desde hace 24 horas.

La avenida huele intensamente a polvo y orina y con las horas y el intenso calor, la situación sólo empeora. Algunos han bebido hasta la sucia agua de las fuentes públicas. "En más de 24 horas, nadie, ni la ONU ni ninguna autoridad vino a darnos un vaso de agua", protesta a su lado Charles Clement, funcionario público. Al menos 36 miembros del personal de la ONU en Haití murieron en el terremoto, según un nuevo balance anunciado ayer por el portavoz de la misión, David Wimhurst. Más de un centenar siguen desaparecidos.

La organización mundial Save de Children advirtió que hasta dos millones de niños pueden estar en riesgo tras el devastador terremoto. Además, muchos han quedado separados de sus familias, tras el seísmo de magnitud 7,3 grados que golpeó la capital haitiana el martes por la tarde, cuando los pequeños estaban en las escuelas.

La localidad fronteriza dominicana de Jimaní se ha convertido en un centro de acopio desde el que se coordina la ayuda.

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