Semana Santa de Cádiz 2023

La crónica del Viernes Santo de Cádiz: La Muerte no es el final

El Cristo de la Buena Muerte, poco después de salir

El Cristo de la Buena Muerte, poco después de salir / Miguel Gómez

Después de un Jueves Santo y una madrigadas a los que hay que echarle una gran pensada al quedarse algo a medias, el Viernes Santo se ha quedado como una jornada completa con la salida de cuatro cofradías y el Ecce Mater Tua en la madrugada del Sábado Santo.

La jornada ha vuelto a estar protagonizada por el viento de Levante intenso y por un gran frío, que hacía que, por ejemplo, en sitios abiertos como la plaza de San Juan De Dios hubiera que estar muy bien abrigado para ver el paso de las distintas cofradías. Eso hizo también que las filas de nazarenos y los respectivos pasos tuvieran que hacer sus estaciones de penitencias con los cirios y las candelerías absolutamente apagados.

Ha sido la jornada de la vuelta de Expiración a la Castrense, del detalle incluido de Siete Palabras y del recogimiento del Cristo del Descendimiento y el hermoso crucificado del Santísimo Cristo de la Buena Muerte.

Sin embargo, el día de la muerte de Jesucristo no es el final, ya que para este Sábado Santo el Santo Entierro saldrá a la calle y el capítulo final llegará el domingo para la salida del resucitado.

Siete Palabras y su carácter inclusivo

Aunque la primera cofradía en salir a la calle fue Expiración, la que pasaba en primera posición por la carrera oficial era Siete Palabras, que salió a las seis y veinte de la tarde desde la iglesia de la Merced. 

Con uno de los cortejos más cortos que hay en la Semana Santa, los penitentes se pusieron rápidamente en la calle para que el paso todavía en la primera fase de tallado con el misterio de Luis González Rey se ponía en la calle minutos después.

Una vez que se alzó la cruz con un toque de Oración, el paso al mando de Juan Antonio Rosa dio una primera levantá dedicada a "todos los que se fueron y a los que quedan por venir". La primera marcha que interpretó la Agrupación Musical Cristo de la Salud fue 'Al Cielo el Señor de la Salud', que fue la última composición que realizó el músico gaditano ya fallecido Sergio Larinaga, autor de piezas tan importantes como 'Eternidad'.

Tras 'La Saeta', el paso fue dirigiéndose hacia la plaza de las Canastas y, posteriormente, hacia la plaza de San Juan de Dios, Marqués de Cádiz y Ruiz de Bustamante, calle en la que tenía la hermandad una curiosa iniciativa que ya esa misma mañana realizó el Perdón. De este modo, en esa calle se quitó el sonido de las horquillas y también la banda quedó en absoluto silencio para que en esa vía los niños con autismo pudieran seguir la procesión sin ruidos. Una vez que pasó ese tramo, ya en Cobos fue camino de la carrera oficial.

La Expiración, de vuelta a la Castrense

La jornada se abrió a partir de las 17 horas en la parroquia Castrense del Santo Ángel Custodio, desde donde la cofradía de la Expiración volvía a salir seis años después una vez que han finalizado las obras de rehabilitación del templo del barrio del Balón. A los nervios habituales antes de salir en estación de penitencia se le unía la inmensa alegría de volver a casa, tal y como reconocía el fiscal de esta corporación, Federico Patrón. "Estábamos deseando volver a la parroquia tras estar seis años en el exilio. En Santa María nos han acogido con los brazos abiertos, pero no deja de ser una incomodidad tener que trasladar y luego traer a los titulares", expresó Patrón pocos minutos antes de la salida procesional. 

Pocos minutos antes de las cinco de la tarde, la procesión se organizaba entre los pasillos y el patio de la Castrense. A las 17.15 horas, los cargadores dirigidos por Vicente Llorens y Eduardo Doeste procedían a la complicada maniobra de salida, primero a ruedas hasta la puerta y después a pulso para salvar los escalones de la entrada y colocar las patas, todo esto con el Crucificado tumbado. Una vez alzado, rompió en aplausos el numeroso público que esperaba ante la fachada del Gran Teatro Falla. Con un sincero homenaje de Vicente Llorens al párroco de la iglesia de la Castrense del Santo Ángel Custodio, el reverendo padre César Sarmiento, por su apoyo a la cofradía para volver a salir desde su templo, tras la primera levantá efectuada por Sarmiento el paso comenzó a andar a los sones de la marcha Expirando en tu Victoria, interpretada por la Agrupación Musical Santa Cruz, de Huelva, recuperándose así una de las estampas del Viernes Santo gaditano.

Unos minutos después fue el turno de la Virgen de la Victoria, que en este Viernes Santo estrenaba el nuevo palio, la Gloria del techo de palio, pintada por Fernando Vaquero, y los bordados de la bambalina delantera, por Juan Carlos Romero. Uno de los detalles de este cortejo se vio en una de las maniguetas traseras, que no iba portada por ningún cargador y llevaba un gato colgado en recuerdo de un integrante de la cuadrilla fallecido recientemente. Victoria, tocada por la Banda de Música María Santísima de la Salud, de Barbate, sonó con fuerza para que el paso comenzara a andar con un estilo muy marcado por el lateral del Gran Teatro Falla.

La oscuridad y el recogimiento del Descendimiento

Poco antes de las 19.30 horas, los hermanos del Descendimiento ya se encontraban en el interior de San Lorenzo preparados para iniciar su recorrido para realizar su estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral. De riguroso negro, este año el luto del propio cortejo se extendía al recuerdo por el fallecimiento de dos hermanos relevantes en la historia de esta cofradía: Francisco Cuenca, una de las personas que participó en la reorganización de esta corporación en 1971; y Francisco Pérez, miembro de varias juntas de gobierno. En el frontal lucía un enorme crespón negro en su recuerdo. 

Para reforzar la sobriedad de este cortejo, el Descendimiento procesionó a oscuras desde la plaza de San Agustín hasta finalizar su recorrido por la carrera oficial, por lo que todo este trayecto permaneció con la luz apagada tanto por esta cofradía como por la de Buena Muerte, poniendo el contrapunto al inicio de la jornada con Siete Palabras y Expiración, y a la luz que radiaba en su salida con un cielo limpio de nubes, aunque con un viento de levante que cuando fue avanzando la jornada provocó que la noche fuera fría. 

Sobre las 19.45 horas, el paso ya encaró la puerta de San Lorenzo en una complicadísima maniobra por la altura a la que se encuentran los santos varones José de Arimatea y Nicodemo para descender al Señor de la cruz, una portentosa talla de Francisco Buiza que da realce a todo el conjunto junto a Nuestra Señora de los Dolores. Los hombres dirigidos por David Alejo supieron solventar con mucho esfuerzo esta empresa, primero a ruedas hasta encajar el paso en los rieles de la puerta para después levantar levemente a pulso con el objetivo de montar las patas. Ya en el exterior, una vez colocadas y en el suelo, se subió la cruz a su posición original. Un trabajo que impresiona muchísimo al contemplarlo de cerca por estar medido al milímetro para que nada falle.

Los sones de Lamento por el Señor del Descendimiento, interpretado por la Capilla Musical Lignum Crucis, de San Fernando, fue lo único que se escuchó en el camino de este portentoso paso por la calle Sagasta para dirigirse a la esquina con Hospital de Mujeres en su camino hacia la carrera oficial.

El final de la Semana Santa en la trasera de la Virgen del Mayor Dolor

El cierre del Viernes Santo en la carrera oficial lo ponía la cofradía de la Buena Muerte, que se encontraba una plaza de San Agustín a oscuras, gracias al paso previo de Descendimiento, y que puso su Cruz de Guía tras el paso de la hermandad de San Lorenzo, aunque el lento ritmo con el que inició su discurrir por las calles de la ciudad provocó una separación entre los dos cortejos.

El viento jugó una mala pasada a la cofradía, que procesionó en el tramo inicial sin apenas una luz encendida, ni en el cortejo ni en los acólitos ni tampoco en los pasos de los titulares. Pero la rectitud del cuerpo de hermanos y la seriedad que transmite la Buena Muerte no depende del viento que sople en la ciudad; por algo se le llama la hermandad del Silencio, aunque en los tiempos actuales no logra conseguirlo salvo cuando se acercan los pasos de los titulares.

Con sobrio golpe de martillo, el Cristo de la Buena Muerte levantaba a hombros de sus cargadores para anunciar a golpe de horquilla su irrupción en la carrera oficial, su llegada a la plaza de San Juan de Dios y su transitar por esta Semana Santa que apura ya sus últimas horas. Y tras el imponente Crucificado, la Virgen del Mayor Dolor avanzando en medio de una fría noche de Viernes Santo.

El epílogo de Ecce Mater Tua

El cierre legaba ya en la jornada del Sábado Santo, donde la congregación mariana de Ecce Mater Tua salió a la una de la mañana desde la iglesia de Santiago. En uno de los cortejos más austeros de toda la Semana Santa gaditana con los característicos gatos de todos sus miembros, su recorrido por la ciudad se sale de todo el convencionalismo de la carrera oficial al no encontrarse dentro del Consejo de Hermandades y Cofradías de Cádiz.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios