Un tallista isleño en California
una cita al otro lado del atlántico
Manuel Oliva participará en marzo en el World Wood Day, un congreso internacional de artesanos de la madera que le llevará hasta Los Ángeles
Más de uno se preguntará -y con razón- qué hace un tallista que se dedica a hacer pasos y a trabajar para las hermandades en California en plena Cuaresma compartiendo gubia y formón -es un decir- con artesanos de la madera norteamericanos, chinos u africanos... Pero lo cierto es que para Manuel Oliva, un isleño que prácticamente nació enamorado del oficio, participar en el World Wood Day 2017 que se celebrará en Long Beach entre los próximos días 19 y 27 de marzo era una oportunidad que difícilmente podía dejar pasar.
De hecho, todavía no acierta a explicarse la llamada que recibió allá por diciembre en la que desde las dos fundaciones internacionales que promueven este congreso -International Wood Culture Society (IWCS) y World Wood Day Foundation (WWDF)- se le invitó expresamente a participar en este foro. Oliva será además el único representante español que acudirá a esta cita que cumple ahora su tercera edición bajo el lema de Roots. "Soy el primer soprendido por todo esto", admite.
La cita -que le permitirá mostrar su trabajo en un escaparate, compartir experiencias con otros artesanos y aumentar su bagaje profesional- le llega además en un momento clave de su prometedora carrera. Porque el esfuerzo de este tallista isleño que desafió a la crisis en los momentos más duros para abrir su propio taller en el año 2009 ha dado sus frutos. A sus 30 años, su firma se vincula a algunos de los proyectos de mayor envergadura que se han puesto en marcha en el marco de la Bahía: los pasos del Despojado de Cádiz y de la Borriquita de El Puerto son solo algunos de los ejemplos más destacados de su obra. Aunque la lista, evidentemente, es mucho más extensa . Y no se queda solo en su localidad natal... Jaén o Almuñecar son también otras localidades a las que irá su trabajo.
Oliva, que tiene su taller en la vecina localidad de Chiclana, ha conseguido que su trabajo sea respetado y aplaudido por las cofradías. Y eso no es fácil en este mundo. Sobre todo, cuando se va por libre y se es tan joven. "No me puedo quejar", reconoce este tallista isleño. No le falta faena. Y además lo que hace gusta y es apreciado. Eso sí, el 98 por ciento de los encargos que recibe vienen de hermandades. A estas alturas el oficio apenas da para encargos particulares. Es cosa sabida. "Son muy pocos. Hay muy poca demanda. Y suele tratarse de clientes muy específicos, gente que entiende el arte de la talla, que le gusta y sabe valorarlo", explica.
Aunque trabajar para la Semana Santa, que conste, siempre fue su sueño. Lo tuvo claro desde pequeño. Le apasionaban las cofradías, pero sobre todo los pasos que veía en la calle, la madera, los dibujos que hacía la talla... Así que a los 16 años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Jerez para estudiar el bachiller de Artes Aplicadas. El siguiente paso era inexcusable: Sevilla. Allí se marchó para estudiar Historia del Arte. Fue entonces cuando entró de aprendiz en el taller de Francisco Verdugo y donde terminó de fraguarse el tallista que siempre había llevado dentro. En 2009 decidió regresar y abrir su propio taller. Y pronto empezaron a llegar los encargos. A la cita de Los Ángeles acudirá para mostrar su talla, lo que en cierto modo es como si se llevará una parte de la Semana Santa de aquí.
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