Editorial
Un 12 de Octubre para reflexionar
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El curso político se ha iniciado como terminó el anterior: con derrotas del Gobierno en el Congreso porque los socios con los que logró armar la investidura de Pedro Sánchez le dan la espalda cuando están en juego intereses estratégicos que consideran más importantes. Si el pasado julio fue Junts per Catalunya el que tumbó, junto al PP, la reforma de la ley de extranjería, ahora ha sido el PNV el que ha votado con los de Feijóo para que el Parlamento pida el reconocimiento de Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela. Además, los socialistas no han podido sumar mayoría para impedir que Sánchez tenga que comparecer ante los diputados para hablar de inmigración. Así están las cosas: bloqueo político con un Ejecutivo incapaz de asegurarse una estabilidad suficiente, una agenda legislativa que ha quedado reducida a las exigencias de las formaciones nacionalistas radicales y un presidente del Gobierno que responde a esta situación despreciando al Congreso y hablando de un Poder Legislativo “restrictivo”. La legislatura se desliza por una peligrosa pendiente en la que se mezcla la inactividad de gestión del Gobierno, condenado a dictar normas en decreto que no requieran convalidación parlamentaria, y el ruido político cada vez más ensordecedor. ¿Merece la pena continuar por este camino? No si Pedro Sánchez y su partido tuvieran otro objetivo que no fuera el de permanecer en el poder el mayor tiempo posible. Nos encaminamos a otro año sin Presupuestos del Estado y viviendo de las rentas de una situación económica favorable, propiciada por un turismo que no deja de crecer. Pero problemas tan graves como la carestía de la vivienda o la ordenación de la inmigración preocupan cada vez más a los españoles sin que haya un Gobierno que los pueda abordar con energía.
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