LOS que ayer estuvimos en la puerta del viejo 'Madariaga', del Marqués de Varela, sentimos, al descubrir el balón que rinde su homenaje, cierto aire de tristeza. Lejos, muy lejos, queda aquel 22 de noviembre de 1992, fecha en que, con la ilusión por bandera, abandonábamos al abuelo, para recibir al hijo. Nos mudábamos, eso era lo principal y, con fecha 22 de noviembre, la misma en la que fue asesinado John Fitzgerald Kennedy en el 63, o era coronado Rey de España Juan Carlos I en el 75, o Margaret Thatcher, aquella dama de Hierro, dejaba la política en el 90, nosotros nos mudábamos. Y todo era nuevo, y bonito y dejábamos lo viejo, lo vetusto, lo antiguo. Ni por la imaginación nos pasaba el poder echar de menos un lugar, un sitio, un campo, una ilusión, como era el viejo 'Madariaga'.

Hoy, bueno hace apenas diez días, han pasado 18 largos años, y cuando el monumento era descubierto, los que hemos estado nos hemos acordado de los que no habían podido venir, y de los que habrían estado y, cómo no, de los que se hubiesen emocionado, porque, al igual que los que estábamos, se habrían acordado de muchas secuencias en un Madariaga a rebosar. Con seguridad, hubiesen plasmado las instantáneas de las jugadas de hombres que han dejado su huella en el fútbol de La Isla.

Mariano, Petralanda, Blanquito, Monchi, Mendi, Pablo, Ramírez, Súper Paco, Manolo Barrena, Manolo Acosta, Fernando Miranda, el Guti..., infinidad de jugadores, presidentes y periodistas. Cada uno tiene un trozo de CD San Fernando, del viejo Madariaga dentro de sí. El famoso partido en el que ganamos al Valencia de Kempes, que luego fue entrenador azulino, ascensos a Segunda A y descensos a Regional. Mil imagenes que aquel 22 de noviembre nunca pensamos que sentiríamos algo tan profundo cuando las recordáramos. Aquel 22 de noviembre del 92 fue una fiesta, abandonamos al abuelo, al viejo y vetusto Madariaga.