La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El único plan de Pedro: sobrevivir

Sánchez pactó en secreto con Bildu, ocultándolo al PSOE y a sus ministros, para cargarse la reforma laboral de inmediato

Fracasado el intento de atraer a ERC y temeroso de que Ciudadanos se echara para atrás en la quinta prórroga de la alarma, Pedro Sánchez dio el paso probablemente más peligroso de su Presidencia (en disputa con aquello del relator para el conflicto de Cataluña): mandó a Adriana Lastra a negociar la abstención de Bildu para asegurarse la prórroga. Al precio que fuera.

El precio fue la derogación íntegra de la reforma laboral de Rajoy. Ese papel lo firmaron Lastra, la portavoz de los batasunos y Pablo Echenique, contento al fin de ir más allá del programa de gobierno de la coalición PSOE-Podemos, donde se habla de derogación de la reforma sin más, lo que los socialistas han interpretado siempre como que se eliminarían los aspectos más lesivos para los trabajadores, no todos. Ahora no. Ahora se acordaba liquidar toda aquella legislación laboral, y no a lo largo de la legislatura, sino de inmediato.

Que Lastra firmara exactamente eso y que pactara con sus interlocutores no hacerlo público hasta pasada la votación en el Congreso revela su obediencia canina a Sánchez y, también, que entre todos los portavoces parlamentarios del PSOE en democracia puede haber habido alguno que la iguale en sectarismo, pero absolutamente ninguno en torpeza. Tampoco el propio Sánchez se lo contó a los barones socialistas en el Consejo de Política Territorial del mismo día, ni a los ministros socialistas. En secreto, como a él le gusta, no vaya a ser que alguien cayera en la cuenta de que su único plan es sobrevivir en la Moncloa a toda costa.

La vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, encontró los mejores calificativos al pacto con Bildu por la contrarreforma laboral: es absurdo y contraproducente derogar la legislación laboral -que hace posibles los ERTE, por ejemplo- de un plumazo y en plena pandemia-recesión (de paso dejó este zurriagazo: "Nos pagan para solucionar problemas, no para crearlos"). Calviño obligó al PSOE a una rectificación chapucera que para el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, no tiene ningún valor. Así que ya tenemos cinco daños del cortoplacismo y el tacticismo de Pedro Sánchez: división en el Gobierno, malestar en el PSOE, cabreo del PNV, ruptura del diálogo social por los empresarios y rechazo seguro de una Unión Europea de la que esperamos ayuda financiera imprescindible.

Pedro Sánchez, que no tiene plan para esta crisis, ha hecho un pan con unas tortas.

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