mi feria

Pilar Vera / Pvera@ / Diariodecadiz.com

La soledad del Enterprise

ANDAR por las casamatas se parece a deambular por un ferry: agua a la derecha, agua a la izquierda, agua tras puertas y ventanas. Todo el Baluarte y su flota libresca son una especie de Enterprise que surca lo gris hacia algún paraíso. Es día de fin de semana. Hay niños: "Cuando llegan, dicen: 'Me encanta el olor a libro", comenta una de Las Libreras.

Tal vez el enganche al papel sea primero por la nariz. Como el enganche al café. Muero por un café. Pero no hay café en el que -se promete- eterno viaje en el Enterprise. En las caras de mis compañeros de viaje puede leerse que también agonizan por un café. O por una cerveza. O por un colacao. En un día así, el concepto Casamata Book Cafe -por seguir abundando en lo petardo- moriría de éxito. Moriría de éxito, de hecho, cualquier día. Se echa en falta.

"¿Tú que opinas, la Feria debería estar aquí o salir fuera?", preguntan. A mí me gusta el Enterprise. Pocas ferias del libro tienen un espacio tan acogedor como el Baluarte de Candelaria. Y pocas están tan desumbilicadas de la ciudad. Que se celebre -y dónde, y cuándo- una Feria del Libro en Cádiz es algo que pasa completamente desapercibido para la mayor parte de los gaditanos. No hay eco. Se echan de menos, no sólo el chute de café, sino la organización, por ejemplo de actos parelelos en otros rincones de la ciudad, que extiendan el evento y sirvan de gancho; la puesta en marcha de actividades más allá de sentar a un autor en una mesa o el descuento de rigor y, sobre todo, una mayor difusión de la cita: apenas se ven carteles y apenas tiene presencia en las redes sociales.

Me encanta el Enterprise. Pero a veces parece un buque fantasma.

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