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Encuentros en la academia

Francisco González De Posada

En recuerdo del Edicto de Milán

E L siglo IV del tiempo cristiano supuso en la historia de la humanidad el tránsito del 'cristianismo primitivo' al establecimiento de la Cristiandad, época eclesiástica en la que aún nos encontramos, aunque ciertamente pueda considerarse que concluyó como integrante de la esfera civil en Occidente.

En el año 303 había tenido lugar la "Gran Persecución" de Diocleciano, propiamente la última persecución de los cristianos, con las entonces tradicionales demoliciones de iglesias y lugares de reunión, quema de documentos escritos, condenas a muerte y privación de cargos oficiales con las consecuentes apostasías.

El acontecimiento conmemorativo se ha recordado conjuntamente por el Cardenal Ángelo Scola, arzobispo de Milán, y Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, y al recuerdo de ambos -con un sentido abiertamente positivo- se ha unido el Papa Francisco evocando que en aquél se "decretó la libertad religiosa de los cristianos".

Poco importa que la conjunción "Edicto de Milán, 313, Constantino", al modo de tantas otras expresiones populares, encierre no sólo 'tres mentiras' sino cuatro, ya que la decisión original de libertad para los cristianos ni fue edicto, ni se publicó en Milán, ni tuvo lugar en el año 313, ni la proclamó Constantino. El primer acto singular de concesión de libertad de culto cristiano correspondió a Galerio, emperador de Oriente, mediante una Carta-Decreto de Tolerancia -perdida- para unas determinadas regiones, dictado en Nicomedia en el año 311. Sí sería establecido posteriormente, en el 313, con valor en todo el Imperio, en Milán, por Constantino I, con acuerdo de Licinio.

Esta libertad concedida desde el exterior, con sus altibajos a lo largo del siglo IV, descubre unas fuertes tensiones internas en el propio cristianismo, los enfrentamientos de numerosas herejías con los criterios considerados ortodoxos que exigirían la confección de una doctrina, objeto de los primeros concilios ecuménicos de Nicea I (325, la divinidad de Jesús) y de Constantinopla I (381, la divinidad del Espíritu Santo), convocados respectivamente por los emperadores Constantino I y Teodosio I, con el interés prioritario de la búsqueda de la paz en sus imperios.

El acontecimiento final de este singular siglo IV para la Iglesia se deberá a Teodosio I el Grande con la proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio: se ha constituido la Cristiandad. Comienza otra era caracterizada, sobre todo, por el uso político de la religión y el uso religioso de la política.

A modo de conclusión: en la historia cristiana, con el Edicto de Milán se inicia la confusión del 'Reino de los cielos' -que no es de este mundo- con el 'reinar en este mundo', confusión que se establece firmemente con el advenimiento de la Cristiandad, época en la que aún se encuentra inmersa la Iglesia Católica Romana. ¿Cuánto lastre será capaz de descargar Francisco?

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