El regreso de las procesiones a las calles, tras dos años de dura pandemia, sin duda significa la mejor de las noticias. No obstante, no conviene bajar la guardia frente al virus, aunque la tasa de incidencia esté más o menos bajo control. Ahora hemos de aplicar el sentido común más que nunca a fin de evitar posibles contagios. No podemos relajarnos ante el innimente final de las mascarillas en interiores, ni exigir tampoco toda una batería de medidas de dudosa eficacia, como ha hecho la Junta de Andalucía con las cofradías y sus cortejos. Lo suyo es más parecido a lo que hizo Pilato que a un protocolo sanitario adaptado a la realidad.

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