La Azotea

Pilar Vera

pvera@diariodecadiz.com

El precio de las hadas

Si ningún acontecimiento lo impidió, ayer salieron a subasta las fotos de las hadas de Cottingley. Seguro que las han visto: esas niñas con tirabuzones que posan lánguidas frente a unos (¿insultantes? ¿obvios? ¿eduardianos?) recortes de duendecillos. Las imágenes, protagonistas de uno de los más famosos fraudes de la historia de la fotografía, fueron para muchos prueba irrefutable de la existencia del mundo feérico -sí que eran prueba irrefutable del temple que tenían esas dos adolescentes aburridas. Y de la moda de 1900. De eso, también-. Uno de los grandes enigmas del asunto es cómo Arthur Conan Doyle se erigió en uno de los defensores de su autenticidad. "Preferiría seguir muerto antes que haber visto esto. El daño a mi credibilidad es irreparable", le hubiera dicho su Sherlock. Como explicación, me quedo con la que venía a dar Doyle como personaje en Photographing Fairies: "Yo no creo en las hadas. Creo en el consuelo".

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