El pueblo ha hablado. Las elecciones del pasado domingo han permitido que los ciudadanos expresen libremente su opinión sobre sus gobernantes. Es el juego de la Democracia, una palabra tan grande que abruma a muchos de quienes viven de la política. Nuestros gobernantes no son funcionarios, son servidores públicos, y, como tales, harían bien en aceptar deportivamente el designio de las urnas. No se trata de votar mal o votar bien, sino de votar libremente, es lo bueno que tiene un sistema con miles de años de vigencia y que, le duela a quien le duela, conserva su validez. El pueblo ha hablado. Y el pueblo es soberano.

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