Con la venia

Fernando Santiago

El poder de los partidos

 COMPRENDO que no se debe generalizar y que todo grupo humano tiende a ser heterogéneo, aunque haya algún impulso común que les haya llevado a vincularse, sea una profesión, una afición o cualquier otra identidad. Comprendo que puede molestar la generalización aunque en el caso al que me quiero referir me parece que cada vez hay menos excepciones: los políticos. ¿Qué lleva a alguien a dedicarse a la política? Hace años eran las ideas: la lucha por los oprimidos, la defensa del medio ambiente , la indivisibilidad de España, la reacción ante la injusticia, el deseo de mejorar tu ciudad o tu país. Pero este impulso de hace años se ha ido relativizando. A muchos se les ha olvidado por el camino para qué empezaron en el partido en el que están, y lo han sustituido por una mera lucha por su supervivencia personal. La mayoría de los que ahora se acercan a un partido lo hacen movidos más por el interés que por las ideas. No quiero hacer excepciones entre unos y otros, aunque cada simpatizante y militante sí las aprecie. Si hubo un tiempo de idealismo, de lucha por unos valores, de gente abnegada que trabajaba sin más interés que ver avanzar sus ideas, ahora la mayoría de los políticos y de los militantes han sustituido las ideas por el interés. Claro que para ver completado ese interés hace falta que prospere dentro del partido el grupo o sector al que perteneces y luego que triunfe tu propio partido. En el puesto que te encomienden, para que puedas continuar o prosperar tienes que simultanear la defensa del interés general con la defensa de quien allí te ha puesto.

El primer quehacer de la mayoría de los políticos es continuar viviendo de la política. Para ello tienen que aunar muchos intereses para conseguir así la continuidad o mejora del puesto propio motivo por el cual la mayoría de las veces se dice lo que conviene, no lo que se piensa. Ya se ha convertido en toda una habilidad la interpretación del verdadero sentido y las intenciones de los políticos. Casi siempre actúan  movidos por su propio interés.  Luego los políticos se quejan del nacimiento de movimientos antipolíticos, del rechazo a los partidos, de su mala imagen ante la sociedad. De todo eso que ellos mismos llaman el desapego a la política como si fuera algo ajeno y no la consecuencia natural de su propia actuación. Es raro que profesionales brillantes o líderes sociales se acerquen a los partidos si saben que al final triunfan los que han hecho de la lealtad perruna al que manda la razón de su supervivencia. Ministros, consejeros, concejales que no tienen el menor curriculum profesional, cuyo único valor es la certeza de quienes han hecho la lista electoral o han compuesto el gobierno de que van a serle fieles hasta la extenuación. En el PP ni se vota ni se debate, en el PSOE vencen los clanes familiares forjados en redes clientelares, en IU mandan los brazos de madera. No sé si la limitación de mandatos y el desbloqueo de listas lograría cambiar esta situación. Si es así, no se conseguirá jamás porque quienes tienen que decidir son aquellos cuyo salario está en juego.

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