Elche ya no sólo será recordado por aquel épico ascenso de 1981 sino por la que considero una de las permanencias en Primera más meritorias de la historia del Cádiz. Valórenla. Hagan el favor. No piensen en fichajes, en la próxima temporada, no empiecen a sufrir por lo que ocurrirá en agosto. Disfruten del momento. Acaban de experimentar uno de los orgasmos cadistas más prolongados de su pasional relación con el equipo, así que fúmense un cigarrillo joder. Miren al cielo. Y piensen lo hermoso que ha sido. No sean tóxicos. No se queden con los malos momentos. No me digan que el equipo jugó mal en Elche. No sean básicos. No sean siesos.

El Cádiz empezó perdiendo los cinco primeros partidos de Liga sin anotar un solo gol y ha acabado en el puesto 14. Histórico. Repito, disfruten de la alegría del olvido pero conserven en su memoria una cosa: al Cádiz le han robado este año como pocas veces. Con alevosía y premeditación. Incluso en el penúltimo partido, ante el Celta, desde el VAR Hernández al cuadrado (¿alguien sabe si algún gaditano le levantó a la novia en Tenerife o algo por el estilo?) intentó torpedearnos. Sin el atraco a mano armada sufrido ante el Getafe y los dos puntos escamoteados al conceder un gol en flagrante fuera de juego del Elche el Cádiz, ojito, habría quedado en mitad de la tabla viviendo tan ricamente las últimas jornadas ligueras.

Pero la plantilla, el club, no sólo ha tenido que luchar con árbitros o con un arranque de campeonato atroz en el que, también hay que tenerlo en cuenta, el Cádiz jugó contra Real Sociedad, Osasuna, Athletic de Bilbao, Celta y Barcelona, el equipo, digo, ha tenido que recuperarse ante una plaga de lesiones que le ha hecho perder a jugadores que estaban siendo muy importantes. Los Zaldúa, Brian Ocampo, Víctor Chust, Alex Fernández y compañía no han podido aportar su calidad, y eso, en una plantilla como la del Cádiz, se nota. Es inevitable que no lo haga. Pero es que ni la suerte se alió con nosotros en este aspecto y, por eso, la permanencia tiene aún más mérito.

Porque la plantilla ha dado la cara. Sergio González ha hecho un buen trabajo y ha demostrado que el club acertó cuando lo mantuvo en su puesto, algo que también hay que valorar en su justa medida. Desde la campaña 2015/2016 hasta la actual por el banquillo cadista han pasado sólo tres técnicos: Claudio Barragán, Álvaro Cervera y Sergio. La paciencia, el hecho de no volverse loco, no cambiar de entrenador como quien cambia de camisa, siempre me ha parecido clave para lograr la ansiada estabilidad deportiva. Piensen en el Valladolid, que destituyó a Pacheta cuando estaba fuera del descenso y ha acabado despeñándose. En eso tiene mucho mérito Manolo Vizcaíno. Muchísimo. Y hay que decirlo.

Vizcaíno es, atendiendo a cuestiones meramente estadísticas, el segundo mejor presidente de la historia del Cádiz. Irigoyen lidera ese ránking y en la ciudad nadie discute que Don Manuel está en los altares del cadismo. Claro que durante sus años al frente del club tuvo que escuchar de todo en el campo y en la calle, se le criticó con dureza en todos los estamentos, y sólo su marcha primero, la caída a los infiernos de la Segunda B después y su posterior fallecimiento le concedieron una veneración de la que Vizcaíno todavía no goza. Además, Manuel II es de Sevilla. Y ese pecado hay algunos catetos que nunca se lo van a perdonar. Ni siquiera ahora que Cádiz tiene un alcalde de Jerez. Elegido democráticamente, por la mayoría. Pero claro, fútbol ser fútbol, que decía Boskov, y con eso ya está todo dicho. Vete pa Sevilla, no te queremos, le gritan algunos, que no se paran a pensar que este presidente los va a tener cuatro años en Primera cuando hace apenas un lustro estábamos viendo en el estadio al filial del Sevilla y temiendo la visita del Rácing de Ferrol. Qué inteligencia io.

A mí, personalmente, me la repampinflan los duelos accionariales, me aburrí de las batallas judiciales hace mucho. Me interesan las futbolísticas, y en ellas Vizcaíno me ha demostrado que sabe de qué va el negocio. Como lo sabía el otro Manuel, Irigoyen. Una vez puede ser suerte, tres veces ya no es suerte. Es otra cosa. Así que disfruten, háganme el favor, después de tanto sufrimiento permítanse un descanso. Dejen de protestar, dejen de quejarse, quejarse es de perdedores, de pobrecitos. Somos el Cádiz. Y no somos el mejor equipo del mundo, pero somos un equipo. Y por ahí se empieza.

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