El Palillero
José Joaquín León
Navidad de la Esperanza
AYER tanto Le Monde como El País decían, en estéreo, que ésta es la peor crisis financiera mundial desde el Crack del 29. Espero que no sea para tanto. Entonces, la Bolsa de Nueva York empezó a bajar en octubre de 1929 y con algún descanso llegó a perder en tres años un 81%. El índice Dow Jones no recuperó el valor anterior a la crisis hasta 1954. Ahora no es lo mismo; en lo que va de año, la Bolsa neoyorquina sólo ha perdido un 18. Las de París y Madrid están peor, con descensos del 25 o el 28. Se consideraría un Crack perder en una sesión un 10%, pero lo más que se pierde en lunes negros como el de esta semana es un 7. El que no se consuela es porque no quiere: la Bolsa de Shangai ha perdido un 62% en lo que va de año. Para que luego presuman los mercados emergentes.
Y pasando a lo particular, si usted debe algo y no puede pagarlo, no se angustie, no es nada original: en España hay ahora mismo deudas por valor de 28.500 millones de euros que bancos y cajas dudan que puedan cobrar algún día. Son nuestras hipotecas basura. Y es un dinero; casi cinco billones de pesetas. Si a pesar de la que está cayendo, todavía tiene liquidez pero está pasando apuros, modere sus gastos y haga como todos; lo último que debe dejar de pagar es la hipoteca. Y al menos reserve dos euros.
Los morosos se han multiplicado por tres en un año. La peor parte la llevan las cajas de ahorro, que han trabajado con escasísimos márgenes y bajos intereses, al calor del milagro económico español, que ha sido como la multiplicación de los panes y los peces aplicada al precio de la vivienda. Hay que hacerse a la idea de que no volverán los alegres años 2000, que son como los alegres años 20, pero con dos ceros más. Por cierto que las cajas andaluzas no están entre las peores en morosidad. La media del sector es de 1,9% y sólo CajaSur está por encima, con un 2,8. Unicaja encabeza la clasificación regional, con el 0,9, seguida de Granada (1,07) y Cajasol (1,8).
Lejos de las entidades financieras clásicas también hay dinero. En estos tiempos difíciles prosperan unos préstamos tan rápidos como caros, para pequeñas cantidades. La programación matinal de las televisiones está llena de anuncios de estos prestamistas modernos. También están en auge las casas de empeño, más tradicionales, que ya no sólo admiten relojes y alhajas, sino también televisores de plasma. Y como último recurso, puede utilizar sus dos euros. Es lo que vale una apuesta al euromillón, que ha llegado a dar un premio de 58 millones de euros a un único acertante. Tampoco en esto sería original. La última moneda la gasta todo el mundo en juegos de azar, que están entre las pocas cosas que suben.
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