
NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un partido tocado, un presidente tóxico
Alto y claro
El principal problema que tiene el PP se llama Vox. Sea por acción o por omisión el partido de la derecha montaraz condiciona las políticas de la gran formación conservadora española. Alberto Núñez Feijóo le podría cantar a Santiago Abascal aquello de la copla: ni contigo ni sin ti mis males tienen remedio. Cuando llegue el congreso que Feijóo ha convocado para el próximo julio, el partido tendrá que haber hecho los deberes y decidir si quiere seguir sumido en una indefinición ideológica que no lo lleva a ningún sitio o clarificar dónde está situado para que nadie se llame a engaño.
El PP actual, aunque ellos no quieran admitirlo, tiene dos almas y si se mira la actitud que mantienen con respecto a Vox los más importantes líderes territoriales, Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno, queda claro que Feijóo tendrá que optar por la estrategia de la presidenta madrileña o por la del presidente andaluz. Este será el gran debate del congreso que celebrarán a primeros de julio y que, teóricamente, deberá dejar al partido en condiciones de disputar unas elecciones generales en las que tiene muchas papeletas, o al menos eso dicen las encuestas, para llegar al Palacio de la Moncloa.
Díaz Ayuso jugó en Madrid a sustituir a Vox, a ocupar su espacio y no dejarle hueco libre. En algunas medidas no es que emule a los de Abascal, es que los deja atrás. A eso se une un márquetin político basado en la exaltación de un liderazgo a pruebas de bomba, con el que no duda, además, en competir con Feijóo en el escenario nacional.
Moreno en Andalucía hizo todo lo contrario. Dejó a Vox en su sitio y se dedicó con éxito a ensanchar la base social de los populares andaluces quedándose con todo el espacio de centro y arañando incluso apoyos en la izquierda más templada. Lo hizo aplicando una política sin estridencias y un liderazgo suave pero firme. Tuvo a su favor que enfrente tenía, y tiene, un PSOE desarbolado y en una profunda crisis de identidad.
A los dos, a Ayuso y a Moreno, le salió bien la apuesta. Ambos tienen una mayoría absoluta cómoda en su región y perspectivas claras de revalidarla. Feijóo, que lo tiene más difícil porque su figura política tiene perfiles mucho menos atractivos, tendrá que decidirse por el modelo de Madrid o por el de Andalucía. Lo que no puede es seguir en terreno de nadie sin que sepamos, por muy gallego que sea, si va escalera para arriba o escalera para abajo.
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