Me lo dijo muy serio: "Papá, la naturaleza nos está avisando". No dejaba de ser una reflexión como otra cualquiera. O una explicación que va más allá de lo puramente científico. Me dejó pensando. ¿Habrá sido esta la manera de confinar al hombre durante un tiempo para frenar sus tropelías contra el medio ambiente? Quién sabe. Tras escuchar la frase de mi hijo me fueron llegando señales desde los medios de comunicación. Jabalíes por la Diagonal de Barcelona, delfines que se acercan al muelle de Cádiz, aguas claras en los canales de Venecia y aires más limpios. Parece que sí, hijo, que la naturaleza reclama su sitio ahora que el humano se ha replegado. Los pájaros se estarán preguntando "¿dónde está esta gente metida?". Pues... castigada, queridas aves. Eso parece. ¿Servirá nuestro encierro para algo o seguiremos cometiendo los mismos errores?. Permíteme, hijo, que sea pesimista.

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