Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Un grupo católico español, integrista y homófobo, acaba de conseguir gran notoriedad con una campaña contra la transexualidad. Son negacionistas. No es que no les parezca bien, es que la niegan. Es una pena que quienes practican el tremendismo, el insulto o la mofa hacia los que no piensan como ellos tengan tanto éxito mediático. Está de moda tachar de nazis o inquisidores a quienes opinan diferente. Los que lo hacen, cuando miran a los demás parecen utilizar un espejo. Gente convencida de estar en posesión de la verdad absoluta, que si está en el poder es peligrosa. A veces este fundamentalismo no es ideológico sino religioso, lo que hace a sus oficiantes aún más temibles, porque actúan en nombre de la cólera de Dios, de Alá o de Yahvé.

Como ejemplo de demagogo político, el viejo Le Pen era un perfecto ejemplo en el Parlamento Europeo. Otro negacionista. Si un veterano democristiano alemán le reprochaba que proclamase que las cámaras de gas habían sido una anécdota en la II Guerra Mundial y le calificaba de fascista, el jefe del Frente Nacional acusaba al diputado de la República Federal de nazi por haber sido soldado de la Wehrmacht en la contienda. El papel provocador de Le Pen ha sido ocupado esta semana por un eurodiputado polaco de extrema derecha, que ha conseguido su minuto de gloria al afirmar en el hemiciclo que las mujeres deben ganar menos que los hombres porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes.

Un portavoz de la plataforma Hazte Oír ha acusado del rechazo a su autobús a la "Inquisición gay" (sic). Han sido precisamente los modernos inquisidores los que han sacado el tema. De tradición, el fundamentalismo religioso no tiene resuelto cómo enfrentarse a la homosexualidad y más modernamente a la transexualidad y acude a ésta y otras escapatorias. Hace 10 años, otro negacionista, el presidente iraní Ahmanideyad provocó hilaridad en la Universidad de Colombia en Nueva York cuando dijo que las mujeres de su país eran las más libres del mundo y que en Irán no había homosexuales. Lo cierto es que sus estrictas leyes islámicas castigan con la pena de muerte las relaciones homosexuales en el país de los ayatolás.

Al grupo integrista español le indigna que la sociedad respete a los transexuales. Aduce que la libertad de expresión ampara mensajes como el de su autobús. Quizá, pero no si pretenden fomentar el odio al diferente. Y la alusión a la Inquisición gay es una declaración de hostilidad. A la jerarquía eclesiástica que ampara a esta gente habría que recordarle las indicaciones del Papa Francisco de respeto a todos los seres humanos. Claro que pueden pensar que el equivocado es el Papa.

Hace 400 años, la Inquisición -la de verdad- condenó a Galileo Galilei a prisión perpetua por mantener que la Tierra giraba alrededor del sol. Consideraron los inquisidores que aquella teoría era insensata, absurda y herética. Otros negacionistas…

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