Mariló Montero

Horror en gaza

Por montera

24 de mayo 2025 - 03:05

La palabra Gaza se ha convertido en sinónimo de destrucción y de llanto. Es la noticia que no cesa, y me temo que hemos llegado a esa situación que ya vivimos por ejemplo con las guerras en Sierra Leona o en Siria, escogidos éstos entre tantos lamentables casos, en los que pasa el tiempo y parece que el tema ha dejado de importar ante las instituciones y la propia ciudadanía. Como si tales penas se limitaran a salir por la tele, adquiriendo algo de irreal, de ficción. Pero no es así. La crisis humanitaria que se ha desatado en territorio gazatí está ahí y alcanza proporciones de fin del mundo, en una tierra además por la que campan a sus anchas los jinetes del Apocalipsis. Se amontonan ya casi dos millones de personas en un espacio ínfimo, sin agua, sin alimentos, bajo la amenaza del bombardeo. Se halla esa multitud agolpada a las puertas de un infierno que no es necesario abrir, porque lo infernal ya lo tienen aquí, a este lado, sin necesidad de trascendencia. ¿Dónde está la comunidad internacional para imponer cordura, humanidad, la más esencial humanidad? Los pocos centros hospitalarios que quedan en pie resultan bombardeados periódicamente. Ya no hay sangre para realizar transfusiones. Los heridos más graves se amontonan en los pasillos, sin atención, sin esperanza. La masa es empujada hacia la costa, cada vez en menos territorio, como si el mar fuese un abismo. Y las condiciones en las que sobreviven en campamentos de lo dantesco no cuentan con condición alguna de salubridad ni con los suministros más básicos. La duda no es si se producirá una epidemia devastadora, sino cuánto queda para que se produzca. ¿No hay nadie dispuesto al diálogo, como expresó León XIV, nadie dispuesto a la paz? ¿Nadie capaz de sentar a quien sea que pueda detener este sinsentido? Mientras se debate acerca de quién está libre de culpa, se siguen arrojando piedras. Piedras en forma de hambruna terminal. Qué lejos nos caen los tiempos en que creímos todo esto superado, con la humanidad encaminándose hacia un futuro en que la tecnología nos permitiría la prosperidad y un bienestar para todos, superando la depredación del ser humano por el ser humano. Pero la tecnología está ahí, aguardando a que se la emplee en condiciones, y no como herramienta de devastación. No es la máquina, sino el alma, el alma humana, lo que parece precisar una reparación urgente. Dos millones de personas al borde de la inanición, de la muerte absurda y cruel provocada por el hambre. El horror visto de cerca, como dice Joseph Conrad. El horror. Otra vez. ¿Hasta cuándo?

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