Guasaps dantescos

17 de mayo 2025 - 03:06

No estoy leyendo los whatsapps del presidente y sus colaboradores necesarios. Sé que todo el mundo habla de ellos y que hay mucho morbo, pero yo me voy a dar mus. ¿Por qué? Lo que esas conversaciones privadas nos muestran, lo di por sentado desde hace mucho tiempo. Que Sánchez es un yonki del poder, que desprecia a todo el mundo salvo a su persona, que bordea los límites de la ley a ambos lados de la línea, como el que salta a la comba, que se rodea de agradaores y que podía haber bastante tráfico de influencias, de aquí para allá, ya se veía.

Así las cosas, me aplico los consejos de Virgilio a Dante cuando éste quería entretenerse con la morralla del anteinfierno: “No hablemos de ellos, sino mira y pasa”. Otra vez Dante quiso entretenerse con las peleas de los precitos, pero Virgilio volvió a darle un tirón de orejas: “¡Querer oír lo vil es vil deseo!”.

No quiero decir que los whatsapps no tengan un gran interés informativo, político y hasta judicial. Sólo que no para mí. Informativo, sí, pero como yo al personaje lo tenía calado, no necesito reafirmarme. Político: los mensajes cumplirán su función si sirven para que algunos y algunas todavía defensores del presidente caigan del guindo. Aunque confieso que soy escéptico, porque si no han caído del guindo a estas alturas…

El interés judicial será el más jugoso. Porque una cosa es lo que yo me olía como ciudadano de a pie y columnista libérrimo; y otra, lo que un fiscal tiene que demostrar fehacientemente ante un juez. Dicen que en los juzgados competentes los mensajes de marras han abierto ya nuevas líneas de investigación. Más rectas si cabe teniendo en cuenta su perfecta legalidad, tras la confesión de José Luis Ábalos de que ha sido él quien los ha pasado al periódico El Mundo para su publicación. El papel de Ábalos como transmisor de la información también aporta interés como indicativo de la naturaleza humana y muestra de los tics de la amistad traicionada. Ábalos ya daba para una película de Torrente, pero empieza a dar para una de El Padrino.

Yo paso de los mensajes, pero acompaño en el sentimiento –desde lejos– a los profesionales del periodismo y de la judicatura que, en cumplimiento del arduo deber, tengan que vérselos uno a uno. A mí me espera Arraigo, el ensayo de Carlos Marín-Blázquez sobre la necesidad que tiene nuestro tiempo de vínculos leales con la tierra y la familia. Un tema más profundo, desde luego.

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