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Punto de vista

josé Ramón / del Río

Los fallos de la investidura

UNA vez que ha terminado el espectáculo en que ha consistido la fracasada investidura del señor Sánchez, es conveniente recapitular. Pero antes, habría que empezar por preguntarse qué cuentas le hizo y qué ensoñaciones le trasladó el candidato del PSOE al Rey para lograr que éste le confiara formar gobierno. Si el vencedor de las elecciones, el señor Rajoy, había rehusado el encargo por entender que no disponía de los votos necesarios, no comprendo por qué Pedro Sánchez recibió el encargo regio, cuando la aritmética demostraba que no daba para que los votos positivos y las abstenciones fueren más que los negativos. Sólo argumentando a S. M. que contaba con los votos de Podemos, con su ristra de independentistas e IU, podrían salir las cuentas. Algún día lo sabremos, pero como el Rey no nos lo va a contar, habrá que esperar a que el presidente del Congreso o el señor Sánchez publiquen sus memorias, por lo que, con mi edad, me quedaré para siempre con la curiosidad. Después de esta experiencia, la Casa Real anuncia de que no se va a prestar a otra ronda de consultas, sin tener las mínimas garantías de que el aspirante tiene posibilidades de ser elegido. La contribución de Sánchez ha consistido en que, con su ofrecimiento y con su derrota, puede empezar a correr el plazo de dos meses, desde la investidura, para convocar nuevas elecciones.

De repente se anuncia que el PP va a ser invitado a sumarse al pacto que han firmado el PSOE y C's y el anuncio provoca un gran contento y consuelo, porque de culminar se evitarían las nuevas elecciones. La alegría, como en la casa del pobre, dura poco, porque cuando se aclara en qué consiste el ofrecimiento, resulta que no es para que el PP gobierne conjuntamente con sus anfitriones, sino porque lo necesitan para la reforma constitucional, que no puede realizarse sin su consentimiento, por la mayoría de bloqueo de que dispone. Ahora bien, aclara el PSOE, de compartir el Gobierno nada de nada; el pacto no se puede tocar y, por supuesto, el PP tiene que prescindir de Rajoy. Cualquiera comprenderá que con estos condicionamientos, el ofrecimiento es un brindis al sol, que se hace para simular una voluntad de diálogo, que no existe. De todas formas, esta invitación sirve para algo, porque ha sido la ocasión para que el señor Rivera aclare que su acuerdo con el PSOE no incluye necesariamente la Presidencia para el señor Sánchez. Porque el electorado parece que puede empezar a a percibir que C's es otra forma, más elegante, moderna y juvenil de votar al PSOE, pero que llega al mismo sitio.

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