Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
De un negocio que marchaba bien, se podría decir que iba viento en popa. Con la crisis ese negocio estuvo capeando el temporal. Incluso algún tiempo anduvo a la deriva hasta el punto de que pensaran en tirarlo todo por la borda. Pero al final estuvieron luchando contra viento y marea logrando llevar el negocio a buen puerto.
Todas estas son expresiones marineras que con el tiempo fueron calando en el lenguaje y ya son cotidianas. Hay muchas otras expresiones que también se han trasladado. Algunas ya no son tan fáciles de identificar. Es el caso, por ejemplo, de la expresión "ponerse las botas". En su primera acepción significa "enriquecerse o lograr un provecho extraordinario". El origen se remonta a la época romana, cuando calzarse unas botas altas significaba una elevada posición social.
Sin embargo hay otra acepción: "hartarse de algo placentero", cuyo origen no lo he localizado pero que mi amigo José Luis, un gran marinero, me explica. Cuenta que en el barco lo habitual era que los marineros fueran descalzos. Solo se calzaban cuando iban a desembarcar al tocar puerto. Entonces se ponían las botas para interrumpir temporalmente las penurias de la vida del mar y pasar un rato en tierra. De ahí el significado.
También me habló José Luis de los peces de bastina, que se desechan por su escaso valor. Cuando en un pesquero se recogían las redes y se veía una gran cantidad de peces de bastina, los marineros exclamaban "¡qué bastinazo!", expresión que aún no figura el diccionario.
Cuando no había ni móviles ni internet y una persona embarcaba, durante el tiempo que durara la travesía estaba desconectada del mundo y era una persona inaccesible. Todos sabemos que por eso, cuando en Cádiz los chicos juegan al fútbol y el balón alcanza un lugar inaccesible, dicen que el balón se ha embarcado. En ciudades de interior no entienden esta expresión.
Cada lugar tiene su forma de hablar, y vivir de cara al mar también tiene la suya, por eso no es extraño despedirse deseando un buen viento de popa.
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