El Palillero
José Joaquín León
Navidad de la Esperanza
COMO ya se ha explicado en estas páginas, el movimiento antitaurino es igual de antiguo que la propia Fiesta. En España siempre han existido personas y colectivos que, por distintos motivos, se han opuesto a la celebración de las corridas de toros, desde los jesuitas y algunos papas como Pío V en los siglos XVI y XVII hasta las actuales organizaciones animalistas, pasando por los grandes políticos de nuestra Ilustración. La causa contraria a la tauromaquia es, pues, antigua y respetable, y sus argumentos deben escucharse y valorarse en una sociedad madura. Sin embargo, observamos con cierta preocupación la deriva radical que están tomando las acciones antitaurinas en los últimos tiempos, muchas de las cuales degeneran en auténticos escraches radicales en los que imperan los excesos verbales y las actitudes más propias de matones que de activistas sociales.
En este sentido, es paradigmático lo ocurrido en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba el pasado jueves. Una mesa redonda organizada por la propia UCO sufrió una larga interrupción por la acción de apenas treinta radicales, quienes, por su cuenta y riesgo, decidieron negarle a los participantes el derecho a celebrar la reunión y a expresarse en libertad. Como ya es habitual, los manifestantes insultaron reiteradamente a los miembros de la mesa redonda y, cuando éstos los invitaron a debatir sosegadamente y en público, prefirieron seguir coreando consignas y ofendiendo a los que no pensaban como ellos. Nada nuevo bajo el sol. Tristemente, ya hemos visto estas actitudes y provocaciones en numerosos escenarios. El penúltimo, en la Feria de Jerez, coincidiendo con la corrida en la que toreaba José Tomás.
El movimiento antitaurino debe reflexionar muy seriamente sobre la deriva que están tomando algunas de sus acciones, las cuales están a punto de degenerar en violencia y que ya preocupan a las propias fuerzas de seguridad . Nadie le niega su derecho a expresarse libremente -algo que ellos sí hacen con actos como el de Córdoba-, pero deben saber que no tienen ninguna patente de corso para ir insultando y amedrentando a los aficionados a la Fiesta, por muy representantes que se crean de la dignidad animal. En vez de impedir el libre ejercicio de derechos elementales, como el que se intentaba ejercer en la Universidad de Córdoba el pasado jueves, deberían trabajar más seriamente en la presentación de iniciativas pacíficas y legislativas para la consecución de sus objetivos.
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