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Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Yo elijo la pública

La religión debería ser un asunto que se resolviese en el seno de las familias, en lugarde vincularlo a la enseñanza

Ahora que a las Carmelitas le dan distinciones por su 150 aniversarios recordaba que hace 40 años despidieron a Marina Bermúdez de Castro como profesora de literatura por enseñar a Antonio Machado y a García Lorca. Se ve que enseñar a esos poetas era cosa de rojos. Cuando escucho la campaña de los colegios concertados en la radio recuerdo que hace 50 años la Guardia Civil detuvo al sacerdote marianista Jorge Oroz, que tenía montado un plató en Chiclana donde rodaba películas porno con jovencitos. Fue condenado pero jamás entró en prisión. Le conmutaron la pena por su traslado a una residencia de la orden. Tal era el poder que tenía el Colegio San Felipe Neri. De este caso no ha dado cuenta ninguno de los periódicos que hablan desde hace tiempo de los abusos en la Iglesia Católica. En tiempos más cercanos tenemos el caso del director de Salesianos, Javier López Luna, 'Don Javier', condenado por abusos a alumnos. Por no hablar de los negocios inmobiliarios, a veces a costa de dinero público, que supuso el traslado a Extramuros de San Vicente, las Esclavas o San Felipe. En este último caso el pabellón levantado incumplía la Ley de Costas y el lateral estaba fuera de ordenación. También me preguntaba de dónde ha salido el dinero para la campaña de los colegios concertados, y me respondía a mí mismo: esos centros son un negocio para las órdenes religiosas propietarias, por mucho que insistan eso de que el colegio es de todos. No, es propiedad de las comunidades de monjas o de curas que los regentan. Por eso me hace gracia que las Esclavas pidan dinero para levantar la capilla, cuando es algo innecesario para la educación de los niños. Con todos los respetos a los creyentes, la religión debería ser un asunto que se resolviese en el seno de las familias, en lugar de vincularlo a la enseñanza. Los países más avanzados del mundo tienen una estricta separación entre Iglesia y Estado, de manera especial en la enseñanza. Aquellas familias que quieran darle a sus hijos educación católica, que lo hagan en sus domicilios o en los templos, como las normas de urbanidad. En los colegios, que les enseñen a los niños historia, matemáticas, naturaleza, física, química, idiomas y los valores comunes de la sociedad, aquellos que se basan en la Constitución, como tolerancia, libertad, igualdad entre todas las personas sin distinción de sexo, raza o nacionalidad. Esto lo garantiza el Estado en los colegios públicos, laicos e integradores, con atención a las minorías, a los que tengan necesidades educativas especiales, y a cargo de docentes que han superado unas pruebas para ocupar su plaza. El que quiera otro tipo de educación para sus hijos, me parece perfecto, pero que la pague de su bolsillo.

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