ANDAN ya las cofradías metidas de lleno en los repartos de túnicas y controles, enviando boletines, lanzando mensajes a través de la web o incluso con vídeos o montajes audiovisuales. ¿Y de los cultos internos quién se acuerda? En algunos templos, es verdaderamente lastimoso entrar durante un triduo o un quinario y comprobar las cifras que presenta la hermandad en los bancos. Pero dejando eso al margen, lo que no debe ocurrir nunca es que los hermanos falten a la función de los cultos. Ese debe ser otro de los días grandes de una hermandad, una jornada tan festiva como la de la salida procesional. Un motivo de reencuentro de hermanos que después se celebre y que sirva para reafirmar el peso de una hermandad, que no lo da unos varales, unos bordados o una buena imagen. Lo da sus hermanos.