El Palillero
José Joaquín León
Navidad de la Esperanza
LO peor de un chiste malo no es que no haga reír, lo que a veces consiguen hasta los peores, sino que quien lo cuenta tenga que explicar la gracia. Pasa por lo general con todas aquellas cosas que no se entienden a primera vista. Por ejemplo, la antorchas de las libertades que flanquean los dos accesos al puerto de Cádiz, que adquieren sentido verdadero cuando se pueden ver las dos de manera simultánea y que, sin embargo, plantean dudas a quien las ve por separado, sobre todo si la única que se lee es la más cercana a la inmortal Aduana, en la que aparecen las palabras negativas. Este monumento, legado del Doce, es como un chiste malo porque hay que explicarlo, no por lo que cuenta. Igual se está a tiempo de que en cada una de las antorchas se vayan turnando las palabras, las buenas y las malas. Aunque eso, ahora que lo pienso, demostraría que sobra una de las dos antorchas.
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