El Palillero
José Joaquín León
Navidad de la Esperanza
PARECE nadar a contracorriente. Si a todos algo interesa, el intelectual de gran categoría se siente agotado, hastiado y desconfiado. No hay rincón del mar que no haya surcado, ola a la que no se haya enfrentado. Todo lo que parece nuevo, a él le parece tan visto, tan gastado... Así es el intelectual, creyéndose la vanguardia de quién sabe qué, desmayándose de aburrimiento ante los vítores del populacho. Pero, a veces, el intelectual abre la boca, cachis, se pronuncia sobre el asunto del que presume desinterés. Porque es difícil no morder el anzuelo. Ay el intelectual que da boqueás cuando le sacan de su cómoda piscifactoría... Que de pinza real pasa a besugo en dos frases. Por la boca muere el pez. Y el hombre. Dejando, tarde o temprano, a la intemperie sus escamas, más plateadas, piensa él, que las del resto. Y es que hay académicos que, como los mayoristas, no limpian pescado. Siempre hubo clases y clasistas.
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