EL ALAMBIQUE

Luis Suárez / Ávila

Virtudes humanas

23 de marzo 2008 - 01:00

PRUDENCIA, Justicia, Fortaleza y Templanza, son normas de vida tan de sentido común, que son de derecho natural. Son virtudes humanas, que todo hombre debe buscar y tratar de encontrar. Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que deben presidir nuestros actos, ordenar nuestras inclinaciones y guiar nuestra conducta según la razón. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida éticamente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien. Y se puede ser creyente o no creyente. Es cierto que esas virtudes, muchas veces, demasiadas, no las ponemos en práctica. Y así nos va. Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante buenos actos deliberados, y una perseverancia mantenida siempre en el esfuerzo forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas. Otras cosas son el intento de "dar gato por liebre" o la perversión de intención e invadir ámbitos que corresponden a las conciencias. Por eso mismo, quien haya leído algún texto de la llamada Educación para la Ciudadanía que se quiere imponer desde el Poder, no puede sino saludar, como ejemplar y correctísima, la Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía de 4 de marzo: reconoce el derecho de los padres en estas materias, del artículo 16.1 de la Constitución, la dignidad de la persona humana, el libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la integridad física y moral. Acoge la sentencia otras dos muy recientes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La sentencia, finalmente, declara nulo el acto administrativo de la Junta de Andalucía de denegar la objeción de conciencia individualizada a los padres recurrentes. Un ejemplo de solidaridad con quienes quieren que a sus hijos no se les adoctrine en contra de las virtudes humanas, es el protegerse, de modo asociativo, impugnando la obligatoriedad de esa asignatura y objetando a que sea impartida a nuestros hijos, a nuestros nietos, simplemente, porque tienen derecho a ser educados en las virtudes humanas que hacen al hombre prudente, justo, fuerte, y con temple para afrontar la vida. Pero debemos comenzar con practicarlas los mayores. Con eso, habremos conseguido forjar hombres y mujeres que nos mejoren y que sean, sencillamente, buenos.

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