Tronos y cadalsos

Tengo la impresión de que Alberto Núñez Feijóo es un incansable constructor de tronos y de cadalsos

El marqués de Valdegamas, José Donoso Cortés, tiene una advertencia estrella, que citamos mucho los carcas: «Levantamos tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias». Denuncia el pensador a aquellos políticos que protestan de las consecuencias de las acciones de otros políticos, pero siguen ensalzando las causas que los pusieron al mando o las de la cosmovisión que los sostiene.

Tengo la impresión de que Alberto Núñez Feijóo está especialmente ocupado en el levantamiento de cadalsos y tronos a consecuencias y causas respectivamente. Convencido, además, de que es una estrategia infalible. Por un lado, se esfuerza en bloquear o sabotear hasta los más pequeños intentos de Vox de revertir el mínimo aspecto ético o de política cultural. El PP se pone de acuerdo con el PSOE en el Senado para sacar una ley que prohíba ni un tímido atisbo provida en ninguna cámara autonómica. Isabel Díaz Ayuso, que es una apisonadora, no deja pasar ni una de las propuestas de Monasterio, aunque sean tan sensatas como que los padres tengan un control sobre el adoctrinamiento en las aulas. Para las causas (el comienzo de la vida y el comienzo de la formación intelectual), tronos, incluso levantados mano a mano con los socialistas.

Luego, cadalsos electorales a las consecuencias. Feijóo espera que la desastrosa gestión económica de Sánchez, con un paro que el maquillaje sólo hace más tétrico y un PIB estancado, le dé la victoria. Y más cadalsos: nuestro desprestigio internacional, que es preocupante en el flanco sur; los desajustes educativos; el cambalache con ERC y Bildu; la falta de ilusión social; el hundimiento demográfico; la deuda impúdica; la lenta pero inexorable degradación de los servicios públicos; etc.

Tiene razón Feijóo en que, si derrumbase a la vez los cadalsos y las causas, tendría más dificultades para convencer a bastante gente. Las consecuencias son malas para todos, mientras que las causas hay que entenderlas y seguir el laberinto del principio de causalidad para entender su efecto fatal. Pero tiene razón el marqués de Valdegamas que toda política que potencie las causas (aborto y adoctrinamiento escolar, por ejemplo) sólo pondrá parches parciales. Mientras intenta apagar el incendio con una manguera de agua, con otra está enchufándole gasolina.

No creo que este artículo convenza ni a Feijóo ni a sus votantes, espantados con las consecuencias mucho más que con las causas.

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