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Tierra firme

El presidente le ha puesto a su libro, que no ha escrito él, sino Irene Lozano, “Tierra firme”, quién sabe por qué

Tengo muy pocas desavenencias con el poeta sevillano Jesús Beades, viejo amigo (viejo, yo; pero, de muchos años, la amistad). Sólo recuerdo dos. Su último libro se titula Leer no sirve para nada (Monóculo, 2023). Es una colección de reseñas donde demuestra que leer es sobre todo una actividad creativa. Saca chispas de los clásicos. Yo le propuse que lo titulase Leer no sirve para casi nada, dejándole al lector la rendija abierta del casi. Ni caso. Tal y como queda, y con lo agobiados que estamos todos, va a ser difícil que el título atraiga a los letraheridos que tanto se merece.

El segundo desacuerdo es más antiguo, aunque la venganza, que se sirve fría, es de rabiosa actualidad. Jesús Beades tiene una rara fijación con la originalidad de los títulos de sus libros. De modo que, cuando se le ocurre un nombre, me lo dice y se lo aplaudo, pero él, mientras tanto, entra en la página web del ISBN, en Google y en Iberlibro y allí busca si existe algún libro, cuadernillo, folleto o incluso película de serie B que ya se llamase así. Si lo encuentra (y lo encuentra) renuncia al título ajustado.

Error lo veo garrafal. Es como no ponerle a mi hijo Enrique porque Julio Iglesias le puso al suyo lo mismo. La literatura está llena de títulos repetidos: Cartas, Poemas, Antología, Ensayos, Pensamientos… Un título triangula con el nombre de su autor y con el de la editorial y su fecha de publicación y de ahí sale su originalidad, no de su nombre. Pero Beades, ni caso: sigue fatigando la internet en busca del título inédito, insólito, intonso.

¿Quién iba a decirme que Pedro Sánchez me vengaría? El presidente le ha puesto a su libro, que no ha escrito él, el título Tierra firme, quién sabe por qué, quizá para que resuene a Terra Lliure. Pero resulta que ese título es el del primer libro de poemas de Beades, publicado en 1999. Tanto cuidado con la originalidad para que luego venga un presidente de Gobierno cualquiera y diga, con sus modos venezolanos: “¡Exprópiese!”…!

Este hecho demostrará mi argumento: los títulos de los libros se justifican con los libros. Ahora están todos los ministros y todos los pelotas (valga la redundancia) aplaudiendo a rabiar a Sánchez, pero a las tres horas de que pierda el poder, su tierra se convertirá en humo, en polvo, en sombra, en nada. Mientras que la poesía de Beades resistirá el tiempo a pie firme, indiferente al título presidencial de efímera firmeza.

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