Solo ante el peligro

Ver cine en blanco y negro es una manera de escapar de la degradante esclavitud de ser un hijo de nuestro tiempo

Chesterton dijo que la Iglesia era "lo único que salva al hombre de la degradante esclavitud de ser un hijo de su tiempo". Es uno de los pocos casos en los que Chesterton se quedó corto. No en lo de la "degradante esclavitud". Las ignominiosas cadenas (incluyendo las de televisión) están a la vista de todos. Se quedó corto Chesterton porque también los clásicos de la literatura, las artes y el cine nos permiten burlar al tiempo. Cada vez que puedo veo con mis hijos una película en blanco y negro.

La última es de 1952 y tenía un título en español que parece un homenaje al spoiler: Solo ante el peligro. La dirigió Fred Zinnemann, cuyo apellido también es un spoiler; y la interpretaron una bellísima (con perdón) Grace Kelly y un noblemente avejentado Gary Cooper. Es excelente y una auténtica manumisión.

La película merece tres o cuatro cinefórums seguidos. Sobre el pasmoso manejo del tiempo de la espera (subrayado por el título original de la película, High Noon), la meticulosa presentación de los personajes secundarios y, sin duda, la apasionante cuestión política de los moderados y prudentes, dispuestos a transigir con la ley, la memoria y la dignidad.

La querencia, sin embargo, me lleva a concentrarme en la cuestión del matrimonio. A mis hijos les sorprendió muchísimo que nada más salir de su boda los cónyuges ya estuviesen peleándose. Lo comentaron mucho. Pero al final (ahora si viene un spoiler que explota el falso spoiler del título en español) es la esposa la única que, tras una lucha interior de aúpa, ayuda a su marido contra los malhechores.

Ah, pues entonces no estaba tan solo ante el peligro, ¿no? Estaba solo porque el matrimonio no sabe contar más que hasta uno. Nos convierte en una sola carne. La película habla de la soledad política del que hace lo correcto; y eso sigue ocurriendo en la historia, como remarca la escena final, tan sobria, tan simbólica, tan magistral. Gary Cooper arroja al suelo la estrella de sheriff sin dirigir ni una palabra a los circundantes. Eso trae a la memoria a Hilaire Belloc, el amigo de Chesterton, que espetó a los electores que pensaban no votarle por ser católico y rezar el rosario: "Si no me votan por eso, me ahorrarán ustedes la indignidad de ser su representante". Gary Cooper se monta en el coche de caballos con su mujer, sin decirse ni una palabra. Y se marchan juntos, es decir, solo(s) ante la vida, que es el peligro.

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