Opinión

Rafael Romero Pavón

Redescubriendo la llamada familia tradicional

Celebramos en estos días la XXXV Semana de la Familia, la cual nos sirve para reflexionar y buscar puntos de encuentro.

Por este motivo expongo brevemente mi aportación o reflexión a la consideración de quienes quieran leerla.

Hoy se oye decir que hay muchas clases de familias. Mire, se es familiar o no. No se puede decir que hay muchas clases de españoles, o se es español o no, se es español en una o en otra región de España, pero todos somos españoles. En la familia, se puede hablar de familia restringida (padres e hijos) o de familia más amplia en donde entran los abuelos, tíos, cuñados, sobrinos, etc...al final todos forman la misma familia.

Por otra parte hay quienes les gusta acotar todo formulando la contraposición: Derecha/izquierda. Progresistas/conservadores. Moderno/tradicional, etc.. Es cierto que hasta hace unas décadas toda la sociedad y la vida familiar estaban sustentadas por unos valores. Unos valores que hoy se les llaman tradicionales y que en teoría todo el mundo los admiten, pero ante el querer ser tenido por moderno o progresista no los defienden ni los viven. Me refiero a los valores más antiguos como es el enamoramiento de la pareja. Dios creó a la mujer y al hombre para que fueran capaces de conocerse, amarse y por el don de la fecundidad, prolongar la vida humana a través del tiempo. Hombre y mujer, los dos iguales en la corresponsabilidad de buscar la felicidad armoniosa conyugal y familiar. Defender y vivir esto, es ser tradicional? Pues sí, porque es lo natural. Y lo natural es siempre permanente y por tanto, moderno. La comunión conyugal constituye el fundamento sobre el cual se va edificando la más amplia comunión de la familia, de los padres y de los hijos, de los hermanos y de las hermanas entre ellos, de los parientes y de otros familiares.

La familia es verdaderamente "el santuario de la vida, el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques que hoy está expuesta" (F.C., 21). Por eso la familia es insustituible para la edificación de la cultura de la vida. En la procreación de una nueva vida los padres descubren que el hijo es fruto de la recíproca donación de amor de los padres.

La familia es la cuna de los afectos y de las virtudes sociales. La familia nace de los ciudadanos y estos encuentran en ella la primera escuela de las virtudes sociales como es el servicio, la solidaridad, el respeto, el diálogo, la gratuidad, etc.. que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma, porque la familia, en virtud de su vocación y de su misma naturaleza, no se encierra en sí misma, sino que por el contrario se abre a la sociedad.

Esos valores nacidos en la familia, ha de tener su continuación educadora en la escuela, no vale una educación en donde se desprecian los valores éticos y morales en nombre de un relativismo subjetivista y en nombre de una libertad mal interpretada y mal enseñada. Familia, escuela y religión son las tres instituciones en donde se ha de educar para la convivencia basada en valores éticos y morales. Los valores de las sociedades en occidente desde el siglo I, son en su mayoría provenientes de de la cultura judeo-cristiana y esos valores han dado progreso en todos los ámbitos de la vida. Y principalmente han definido cómo deben ser las relaciones con el prójimo dentro y fuera del ámbito familiar.

Esta visión judeo-cristiana, como hemos dicho más arriba, definen al hombre y a la mujer iguales, que la pareja están creadas para ayudarse, amarse y procrearse, pero también definen la importancia de la relación filial.

El respeto a los padres es cosa sagrada como así lo marca el "honrarás a su padre y a tu madre". Hay que decir que aumenta en nuestro tiempo las denuncias de los padres por los malos tratos recibidos de sus propios hijos. La visión cristiana valora la lealtad y la responsabilidad, emanadas de aquello de "Ganarás el pan con el sudor de tu frente", es decir, la honradez en el trabajo se impone en aquellos que hoy tienen la suerte de tener un trabajo. La ética cristiana valora La confianza y el amor fraternal, todos hemos de preocuparnos los unos de los otros, pero para eso hemos de entender bien lo que significa la libertad verdadera. Hoy es defendida por muchos pero a veces es mal interpretada y mal enseñada confundiéndola con el libertinaje. La filosofía cristiana urge al individuo el adaptarse a la comunidad, a controlar las emociones y deseos, no devolviendo el mal con otro mal.

Todos esos son valores bien enseñados y llevados a la práctica, evitarían muchos conflictos y mantendría la armonía social. De ahí mi convicción: La familia cristiana es la esperanza de la sociedad hoy.

Como final concluyo diciendo que es necesario redescubrir la institución matrimonial. El padre y la madre son los dos pilares que sostienen a la familia. Son la primera comunidad que acoge la nueva vida humana, la alimenta y la educa. El padre y la madre han de identificarse en el amor, en un proyecto de vida, conjuntando voluntades, reparando comprensivamente los errores. No es labor de un día, es todo un proyecto en el que cada día tiene su quehacer. El matrimonio no es lo más importante y primero el que sea una institución, sino una comunidad de amor, en donde se ha de educar para la convivencia basada en valores éticos y morales, poniendo a Dios como origen de todo bien, de esa manera resurgiría una sociedad armoniosa. Y todo será gracias a la familia.

Arcipreste de Chiclana

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