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Kiko / Cuadrado

¿Orgulloso de qué?

UN homosexual consecuente y con ganas de ser persona respetada, sentiría una vergüenza infinita al ver la manifestación del pasado sábado en Madrid. Ser lesbiana, homosexual o transexual no implica estar chiflado, ni estar poseído de una depravación del calibre exhibido en la misma, entre las que como pasa en este tipo de concentraciones, abultaron mucho los que acudieron por curiosidad, para reírse o para poder opinar por sí mismo de lo que han decidido en llamar el "Día del orgullo gay", una gran manifestación en donde todo vale y en donde el alcohol y las drogas se consumen como chucherías en un partido de fútbol.

¿A qué orgullo se refieren?, ¿es esa manifestación, sin estar en Carnaval, motivo de orgullo alguno?, ¿puede la sociedad, tras ver esta expresión multitudinaria, admitir que algunos de ellos adopten a una criatura, criarla y educarla, o que se integren en cualquier sociedad por muy adelantada o liberal que sea? ¿A qué colectivo representan? Estoy confundido.

La homosexualidad es una orientación sexual o atracción, afectiva, emocional y sentimental hacia individuos del mismo sexo ya superada por la gran mayoría. La palabra gay, se suele emplear para referirse a los hombres homosexuales y la palabra lesbiana para referirse a las mujeres homosexuales, aunque hoy día con el término gay se identifica a las personas homosexuales sin importar su género. La comunidad científica internacional considera que la homosexualidad no es una enfermedad. Sin embargo, la situación legal y social de la gente que se autodenomina homosexual varía mucho de un país a otro y frecuentemente es objeto de polémicas y visto lo del sábado, con toda la razón del mundo. No es para menos.

En Cádiz, salvo excepciones contadas, hay pocos homófobos (rechazo a hombres o mujeres homosexuales), y mantenemos tradicionalmente un gran respeto por los homosexuales o mariquitas (como decimos aquí sin tono peyorativo alguno). De hecho, en esta parte del país y por motivos históricos, homosexuales y heterosexuales hemos convivido sin la menor discrepancia o beligerancia, pero de eso a hacer balance y tener que pagar de nuestros impuestos tan aberrante expresión de histeria colectiva que nada tiene que ver con la defensa de los derechos de un sector muy castigado a lo largo de los siglos, hay un buen trecho.

Con representación política incluida, se llevó a cabo la anual cita, educativa y reivindicativa. Cientos de personas fueron atendidas por el SAMUR, más de cincuenta fueron trasladadas a hospitales para recibir puntos de sutura y cuidados por heridas de arma blanca, caídas, intoxicaciones etílica o por drogas de diseño y algunos en estado grave. Se recogieron cerca de doscientos mil kilos de basura tras la cabalgata. Así lo han indicado la agencia Efe y fuentes del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento madrileño. Una media de 200 operarios, apoyados por medio centenar máquinas remató la faena pagada del bolsillo de todos nosotros.

Estoy convencido de que un señor o señora, puede ser gay sin salir a la calle con un tanga de tigre, un antifaz con un taparrabos como única indumentaria, plumas por doquier, pinturas de guerra y drogados. No todo es lo mismo, ni nada es igual, aunque todos seamos iguales. Una pequeña dosis de decencia y sentido común no le vendría mal a la peña. Sobre todo por orgullo.

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