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Nadie se muere por nadie

Este Carnaval, los jóvenes podrían reivindicarse y dar un paso al frente para demostrar que el relevo está garantizado

Los aficionados más veteranos tal vez recuerden estos días el Carnaval de 1988. Muchas comparsas punteras no concursaron ese año por razones varias (Quiñones, Martín, Pedro Romero y, entre otras, Villegas) y, como cantó Martínez Ares, "nadie se muere por nadie". El Concurso nació en un mar de dudas, pero se cerró por todo lo alto con un puñado de buenas coplas. No faltaron sorpresas tan agradables como Los combois da pejeta y la irrupción de una comparsa tan fresca como España la nueva revolucionó la modalidad hasta tal punto, que el propio Ares tomó buena nota de su estilo y la valoró como un referente. Tras las renuncias de agrupaciones también muy grandes, este año el COAC parece que se queda huérfano y que será, a priori, algo descafeinado. Pero no conviene perder de vista que atractivos nunca faltan, empezando por el regreso de los grupos de Manolo Santander y Juan Carlos Aragón, o la incursión de Vera Luque en la modalidad de la comparsa. Tampoco conviene olvidarnos de los que ya han dejado claro que sí repetirán un año más en la fiesta de las coplas por excelencia. Y como ocurrió en aquel Concurso de finales de los 80, también puede ser una magnífica oportunidad para que las perlas de la cantera se reivindiquen demostrando que pueden ser un digno relevo, que buena falta hace. En cualquier caso, tras más de dos años sin COAC, por falta de ganas entre la afición no va a quedar.

Antes del Concurso, este febrero también habrá agrupaciones de concurso en la calle, que se unirán a las ilegales, la esencia de verdad. Algunas, como ya han anticipado, incluso estrenarán repertorio, y otras de las que se han borrado a última hora seguramente ofrecerán sus antologías, aunque no descartemos que se estrene más de un pasodoble y algún cuplé. Han justificado su ausencia en el Falla por miedo al contagio en los ensayos, pero ese temor se evapora cuando se reúnen para la puesta a punto de su repertorio premium. Lo cierto es que la posibilidad de perder la mitad de lo invertido en el tipo y la puesta en escena, a mitad de camino, por culpa de la pandemia, ha sido determinante para que muchos autores opten por darse mus este año, a la espera de tiempos mejores. No olvidemos que después de junio las agrupaciones apenas tendrán un par de meses para amortizar la inversión cantando por toda España, antes de volver a los ensayos de septiembre, y siempre con permiso del virus y sus variantes. Cuanto el Ayuntamiento propuso aplazar el Carnaval a la primavera, muchos lo vieron como la solución menos mala y la delegación de Fiestas se agarró a ella como un clavo ardiendo. Ya entonces, en septiembre, la mayoría hacía sus propias cuentas y sabía que entre ellos mismos, autoridades y carnavaleros, se engañaban. Ahora que toca retratarse, todos se han quitado la careta. No pasa nada. Podrían haberlo dicho antes, porque con el Carnaval no hay quien pueda. Nadie se muere por nadie.

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