La firma invitada

Luis Alberto Montes Bellina

Miguel Grau, peruano del Milenio en Cádiz

13 de marzo 2009 - 01:00

HOY viernes, a las 12.30 horas, en la Alameda Apodaca, se devela el busto del peruano más connotado de todos los tiempos, Don Miguel Grau Seminario. Personaje entrañable, cualquier peruano con solo oír su nombre se emociona y cualquier marino del mundo, medianamente ilustrado, sabe que hablamos de un hombre excepcional.

Nacido en Piura en 1834, norte del Perú, de profundas raíces españolas por los cuatro costados, pero patriota peruano hasta lo más arraigado de su ser.

Desde muy pequeño estuvo en contacto con la mar, pues era costumbre en esos días, educarse a bordo de un barco si ese iba a ser su destino. Entonces, a los nueve años de edad, con permiso de su padre, embarcó en un velero mercante para hacer travesías intercontinentales transportando mercancías y guano, fertilizante natural procedente de las islas peruanas.

Siendo joven consiguió ser guardiamarina en la Armada Peruana, graduándose de alférez. Pero sus ideas democráticas y de cambio le llevaron a tomar parte en una revolución contra la dictadura militar del mariscal Ramón Castilla, fracasando ésta y costándole su empleo de oficial de Marina.

Reinicia su actividad en la marina mercante y durante tres años se dedica a la navegación entre América del Sur y Asia, que le sirve para confirmar sus conocimientos náuticos.

Vuelve al servicio activo de la Armada, al mando del Monitor Huáscar para formar parte de una Marina Sudamericana, flota que marcó los destinos del Perú en su diferencias contra España y que se determinaron con la victoria en los combates navales de Abato y del Callao, el 2 de mayo de 1866.

En 1872, Miguel Grau, como diputado, adquiere un gran prestigio político al constituirse, junto con otros marinos, en defensor del orden constitucional. Antiguos elementos del Ejército Peruano se niegan a aceptar la elección de Manuel Pardo como el primer civil que llega a presidente del Perú. La Marina encabeza una contrarrevolución que tiene éxito y en el que Grau se constituye en un elemento determinante para su éxito.

Pero Don Miguel Grau vuelve a tomar el mando del Huáscar, ascendiendo a capitán de navío en 1879 al estallar la Guerra del Pacífico. Chile y Perú, países hermanos del hemisferio sur, se sumergen en una gran guerra, que ha pasado a la historia como "la Guerra del Pacífico".

En el combate naval de Iquique de hundir al buque chileno La Esmeralda, y en lugar de perseguir a la otra nave, la ex española La Covadonga, Grau ordenó el rescate de los 62 sobrevivientes chilenos que gritaban "¡Viva el Perú generoso!" y cuyo último comandante, el teniente Uribe, agradeció el gesto humanitario del almirante. En dicho combate muere heroicamente el capitán de fragata de la Armada chilena, Don Arturo Prat, sobre la cubierta del Huáscar. El entonces capitán de navío Miguel Grau escribe a Doña Carmela Carvajal, la viuda del comandante del buque enemigo, alabando la valentía de su marido defendiendo el honor de su patria.

El almirante Grau, al mando del Monitor Huáscar, se había convertido en la pesadilla de la flota chilena; hábil marino y excelente estratega, incursionaba en las costas chilenas ante la sorpresa de sus adversarios.

El Alto Mando Naval de Chile envió a seis buques para dar cacería al buque peruano, porque por sus hazañas realizadas en seis meses de campaña habían paralizado las operaciones chilenas. Navegaron de norte a sur para asegurar el encuentro. El 8 de octubre de 1879, navegaba hacia el norte en compañía de la corbeta Unión, volviendo de una incursión a Chile, rumbo a Arica. Frente a punta Angamos, el encuentro con la flota chilena fue ineludible. En pleno fragor del combate, un proyectil impactó donde se hallaba ubicado el almirante, volando en pedazos. Los marinos chilenos toman y capturan el buque al abordaje.

El comportamiento en combate de toda la dotación del Huáscar fue heroica, pero lo que cabe observar es que el almirante Grau, en vida, era muy conocido, admirado y respetado hasta por los enemigos, como un valiente y verdadero caballero marino.

Después de cada combate en los que salía vencedor, detenía su buque para rescatar a los náufragos de la nave enemiga; se preocupaba y ordenaba que se les atendiera en alimentos, ropa, medicinas y correo; conversaba personalmente con los oficiales, interesándose por ellos. Se corrobora todo esto según partes oficiales de guerra de la Armada chilena.

El periódico The Times de Londres, del 10 de octubre de 1879, narra una completa crónica del combate, y el Herald de Nueva York, del mismo día, alaba la heroicidad del almirante Grau.

Teodoro Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, dijo: "El Huáscar es el famoso y recordado buque sobre el cual se hayan ejecutado los actos de heroísmo mayores que jamás se han hecho en algún otro blindado de cualquier nación del mundo". "Miguel Grau fue un hombre comprometido con su tiempo, con su país y sus valores. Fue honesto y leal con sus principios, defendió el orden constitucional y fue enemigo de las dictaduras...."

Estamos ante la figura de un marino ejemplar y, como reconocimiento a su memoria, en la cripta del gran almirante Miguel Grau, que está situada en la Escuela Naval del Perú, Callao, está escrito: "Cadetes navales, seguid su ejemplo".

Como representante en España de la Asociación Nacional Pro-Marina del Perú, hago saber que:

"La Marina de Guerra del Perú, en reconocimiento de los lazos que unen a Cádiz, principal puerto de España que es y ha sido el inicio del puente que une España con América, y en el Perú el Callao, principal puerto del Pacífico en la América Hispana, desea significar esta unión, ofreciendo a la Ciudad de Cádiz el más preciado y máximo símbolo Naval peruano y orgullo Nacional, cual es la figura del Gran Almirante del Perú, Don Miguel Grau Seminario, declarado oficialmente el Peruano del Milenio".

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