EL ALAMBIQUE

Enrique / Bartolomé

Mamarrachada

23 de septiembre 2009 - 01:00

CON el tiempo he descubierto que palabras que oía en casa de pequeño desparraman ahora todo su significado. Mi madre, portuense hasta la médula, utilizaba con profusión la palabra 'mamarracho', y lo hacía para criticar actuaciones concretas o a personas determinadas. Incluso cuando se equivocaba acudía a su jerga de andar por casa y se lamentaba diciendo: 'vaya mamarracho que me ha salido".

Reflexionaba la peculiar manera de hablar que tenían en todas las casas cuando paseaba por las inmediaciones del Paseo de la Victoria, hoy convertido tras su remodelación en una auténtica mamarrachada. Que para mejor entender, veamos que dice el diccionario: 'acción desconcertada y ridícula. Conjunto de mamarrachos'. Eso es lo que me produce la actual configuración del parque neoclásico portuense. Y me pregunto ¿quién autorizó tal mamarracho? ¿quién diseño tamaño desconcierto? ¿quién ha consentido la destrucción nocturna y alevosa de parte de nuestro patrimonio?

Porque yo no sé si ustedes saben que la gruta o rocalla del Paseo de la Victoria., atribuida a Francisco Lameyer ha sido destruida, las cuatro estatuas de terracota que representan a las cuatro estaciones pasaron a mejor vida y lo que es peor, las fuentes han sido sustituidas por catetas piscinas acuáticas y los bancos de piedra por otros de hormigón. ¡Qué barbaridad!

Nunca entenderé a aquellos que ignorando el pasado, o aprovechándose de él, se instalan en la 'avanzadilla' del snobismo más cutre. Se miran al ombligo y se creen que sus obras perdurarán en la memoria colectiva. Desconocen que ésta no permite demasiados piscinazos.

Y que conste que 'para gustos están los colores'. Me sitúo en la recuperación más que en la innovación, en la postura contraria al -pongamos por caso-, edificio del nuevo Parlamento de Escocia, construido al final de la histórica Royal Mile, en la parte vieja de Edimburgo, frente al Royal Palace, del arquitecto español Enric Miralles. Para mí, que lo he visitarlo recientemente, un auténtico 'mamarracho'. Otro más, y que me perdonen aquellos entendidos y estudiosos de la arquitectura moderna, que defienden lo contrario. No quiero trueques. Ni pisos por bodegas, ni paseos vulgares por neoclásicos.

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