Muchas veces en las pequeñas ciudades la Semana Santa adquiere un atractivo especialmente llamativo. He vivido momentos muy singulares en poblaciones como Arcos, viendo su peculiar escuadra romana al amanecer, pero quizás una de las joyas más desconocidas que se pueden encontrar en el triángulo bañado por dos mares es la Magna que cada viernes santo sale por el casco antiguo de San Roque.

El espectáculo es colorista y tiene el atractivo de las pequeñas cosas que hechas con pasión se convierten en grandes, en cosas que quieres volver a vivir porque tienen ese apellido tan difícil ya de encontrar que es el de la autenticidad, el de las cosas puras que mantienen la esencia.

Mi consejo es irse a San Roque el mismo viernes temprano y vivir los prolegómenos de la procesión. Por la mañana hay una misa en la parroquia Santa María La Coronada a la que vale la pena también asistir y ya mientras que esperas la procesión pues lo suyo es visitar alguno de los tres templos del tapeo que hay por la zona…o los tres si eres de comer, como es mi caso. No te pierdas lo de tapear en un coqueto patio antiguo del Don Benito; intenta disfrutar del atractivo de la taberna de El Varal El Balti, situado prácticamente al pie de la Iglesia y apuntaté pedir pescado frito en El Deportivo.

La Magna de San Roque es una magna en cuesta. La procesión, todavía con la luz del sol en lo alto, va bajando cuesta abajo en un desfile de lo más colorista de pasos con historia y penitentes de los más diversos atuendos, todo aliñado con bandas de música y un escuadrón romano a caballo que abre la marcha.

La Semana Santa de San Roque tiene una peculiaridad y es que sus pasos, aunque con dimensiones mucho más pequeñas, son al estilo de Málaga, es decir que los cargadores van por fuera del paso y cargan con el hombro.

El año que fui recuerdo que tampoco estaba la zona masificada con lo que el disfrute fue mucho mayor.

Debemos de conocer estas joyas que tiene la provincia. Salir de lo más conocido y ver otras formas de ver la Semana Santa. Viajar a la magna de San Roque, en el lamentablemente muy desconocido Campo de Gibraltar, es una experiencia que no se olvida… y con la tapita de antes todavía mejor.